Autoconstrucción, reto y oportunidad para arquitectos

Por Arq. Alfonso Arias Martínez

Recientemente se ha dado a conocer un plan gubernamental para combatir la corrupción en los procesos para otorgar créditos para la vivienda que benefician prioritariamente a los trabajadores del sector popular de la nación que sean propietarios de suelo urbano, una nueva modalidad para obtener crédito infonavit llamado “Construyo Infonavit” que se espera trabaje en la segunda mitad del presente año.  

Esta se ha interpretado como una consideración de la figura de arquitectos e ingenieros como intermediarios que terminan minando significativamente el recurso disponible para las familias, cuyo papel se justifica con el pretexto que las personas carecen de conocimientos técnicos suficientes para desarrollar una finca que cumpla el requisito de habitabilidad,  por lo que plantea que dichos fondos deben entregarse de forma directa a individuos para que puedan contratar albañiles o comprar un mayor volumen de materiales y con sus propias manos ejecutar la construcción de las viviendas sin un acompañamiento técnico como al que estamos acostumbrados como profesionales de la construcción, esto es el proceso que conocemos como autoproducción y autoconstrucción de la vivienda.La propuesta ha provocado un sin número de reacciones en el gremio, no es para menos y es de incumbencia para todos, pues evidencia entre otras cosas, la imagen que buena parte de la sociedad tiene de los arquitectos, considerándolos como un lujo para niveles socioeconómicos altos, cuya función es en esencia estética, innecesaria, superflua y fácilmente sustituible por personas sin formación al respecto. Esto es sin duda errado, pero, ¿Qué sucede cuando la visión de los arquitectos y las normas no se ajustan a lo que una familia popular considera dignidad? ¿Cuando el número de habitaciones, condición y forma de una vivienda terminada no se ajusta a las necesidades y costumbres reales de quienes la habitará? ¿Cuando las condiciones del crédito no son alcanzables para las familias de recursos más escasos? etc etc? Lo que sucede es lo que podemos apreciar a lo largo y ancho del país, por un lado un gran número de personas sin hogar y por el otro un gran número de viviendas de interés social abandonadas, una preferencia innegable por la autoconstrucción y la autoproducción pero que no pueden actualmente realizarse con apoyos económicos federales debido a los procesos burocráticos y condiciones requeridas a quienes desean adquirir estos créditos, es aquí donde se ha puesto el dedo en el renglón, pues no puede negarse la existencia de convenios y corrupción en el flujo económico desde la fuente hasta el beneficiario lo que reduce el número de familias que pueden aspirar a estos créditos y la eficiencia o alcance que pueden tener en su vivienda con ellos, este es el objetivo real al que hay que combatir.

Aquí es donde es correcto preguntarse. ¿Es acertada la propuesta del gobierno de México sobre dejar a juicio de las personas prescindir de los arquitectos para la vivienda popular?; La respuesta es parcial, y como arquitecto lo digo, más allá de ofendernos e indignarnos por este equivocado señalamiento, debemos preocuparnos por nuestra reintegración en esta realidad donde más del 80% de la vivienda en México se hace sin la contratación de los servicios de un arquitecto, ¡nuestro gremio está en crisis¡, y debemos partir por reconocer que la arquitectura ortodoxa se ha monopolizado en la forma y función de un estándar que no corresponde con las demandas habitables de todos los niveles socioeconómicos y culturales de la población; que por formación se nos ha instruido como profesionales a tomar una posición jerárquica prioritaria en la construcción de un objeto arquitectónico y ejecutarlo mediante una serie de pasos para elaborar un cúmulo de habitaciones destinadas a actividades particulares, combinadas en una sola composición en lo que llamamos partido arquitectónico, y que tiene, conforme a normas y leyes de construcción, las dimensiones y condiciones espaciales que garantizan una vivienda digna, sin detenerse demasiado en definir primero este concepto. La realidad es que la vivienda popular es una arquitectura no ortodoxa, ejecutada a través de un proceso de producción social del hábitat, proceso que tiene que ver más con una conjunción no solo de elementos y espacios combinados en un objeto arquitectónico, sino también en la consideración de las interrelaciones que los agentes tienen consigo mismos y con los estímulos contextuales provenientes desde diferentes niveles, y por ende, la participación del habitante o el constructor que cuentan con una intuición para evaluar sus recursos y demandas habitables, además de un cumulo de tradiciones constructivas, colocan al arquitecto en una posición tal que en verdad puede ser omitido y aun así desarrollar fincas que cumplen con la función principal de habitabilidad.

Mientras los arquitectos luchen en contra o por encajar en esta realidad con los paradigmas de la arquitectura ortodoxa, continuaremos viendo ejemplos como los que hoy ha detonado esta reflexión, debemos concientizar que nuestro papel como arquitectos es potencializar el buen vivir y dar acompañamiento técnico a una familia que requiere un espacio de salvaguarda e higiene y que tenga la suficiente flexibilidad para que, como habitantes, desarrollen en sus casas las actividades a las que están habituados con la mayor naturalidad posible en una escala temporal adecuada.

La autoconstrucción y autoproducción de la vivienda unifamiliar popular encaja en estas dinámicas, donde los habitantes pueden aportar en todas las decisiones y momentos de la construcción, por lo que es una alternativa viable para combatir el problema nacional de vivienda, Sin embargo deben verse ejemplos de éxito como las cooperativas, colectivos y trabajo con organizaciones no gubernamentales que apoyan estas dinámicas desde la organización de grupos de personas y no a la individualización.  

Esta  es una oportunidad para que como gremio y sociedad optemos por la colectividad, de reintegrarnos a esta realidad olvidándonos del ego, permear esta visión de la arquitectura a la sociedad y apoyar de forma horizontal a los habitantes y constructores mediante nuestra participación por autogestión real y efectiva, para que las familias mexicanas obtengan la casa que necesitan con la optimización de los recursos que tengan o puedan obtener y logren no solo la habitabilidad en estas fincas, si no que logren la dignidad que se merecen y beneficios reconocidos de contar con un arquitecto.

Esta es la función del arquitecto frente a la contemporaneidad y el futuro de la vivienda popular en México.  

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One Thought to “Autoconstrucción, reto y oportunidad para arquitectos”

  1. Arq. Sergio Colmenero

    Desde mi perspectiva, el gesto del gobierno por llevar a cabo un plan de desarrollo urbano-económico-social, basado en la fórmula de otorgar dinero a través de créditos a un sector de la sociedad que ciertamente está en desventaja de oportunidades para desarrollar un proyecto en su plan de vida básico como lo es una casa y en este caso un patrimonio, tiene un sustento que no es ninguna novedad en términos de administraciones de gobiernos anteriores, resulta que la novedad en todo caso es que el plan que se está considerando tiene una evidente y extremadamente descarada imagen de populismo que busca obviamente las ventajas que ofrece, a cambio de seguir teniendo valor político en la población menos capaz de poder llevar a cabo una crítica real de las intensiones de este gobierno, es verdad que teniendo una idea clara de lo que representa ejecutar un buen proyecto no está para nada relacionado con un costo alto y que este plan de gobierno está basado en la incapacidad de escuchar y entender que los profesionales no estamos por casualidad sino que por el contrario deberíamos estar presentes indiscutiblemente en el proceso de la planeación de cualquier proyecto que se tenga contemplado.

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