Ansiedad, el monstruo que habita en mi cuerpo

Por Ángel Santillán Mora 

Foto: Mónica Loya Ramírez 

A Diana Erika Sánchez López 

Tic, tac, tic, tac, tic, tac…  

Las manecillas del reloj avanzan. Mientras eso sucede, la noche se hace más larga. Me miro al espejo como todos los días y apareces tú, de una manera repentina. No puedo escapar de ti. Eres una especie de plaga que habita dentro de mi cuerpo y te digo: “¡Bienvenido de nuevo amigo!” 

¿Por qué no solo te vas de mi vida? ¿Por qué no puedo huir de ti? ¿Por qué te apareces cuando menos lo espero? A donde quiera que vaya me molestas. Eres capaz de modificar el estado psicólogo de mi cuerpo; eres eso que odio. Pero que también he aprendido a querer ¡Ya no te aguanto querido amigo! 

Hoy desperté con ansiedad. Fue una situación extraña pero, sabes algo, también soñé contigo y eso tranquilizó un poco a mi amigo. He pasado mucho tiempo lejos de ti. También observo el buzón de mi correo para esperar tu respuesta. Extraño tu persona. Extraño tus risas. Extraño tus consejos. Entraño tus besos. Extraño tus palabras. Extraño que me digas que me quieres y también extraño tu devoción. 

Cuando tú apareciste la ansiedad se fue por un momento. Me sentía en paz y tranquila, pero cuando te largaste él nunca me dejó, así que lo quiero más.  

Es la 1:30 de la mañana y miro alrededor de mi cuarto. Las princesas de Disney me acompañan. Los recuerdos de tu amor, un pasaje de mi vida que quiero borrar. He aprendido que los momentos en la vida son pasajeros. 

 Cuando las crisis de mi padecimiento se vuelven más fuertes siempre te digo: 

–¿Qué pasa? 

–Mi ansiedad no me dejó dormir nada– contesta ella con gran angustia. 

He aprendido a quererte a la distancia aunque no te encuentres conmigo —y yo sé que tú también a mí—. Han sido días difíciles, pero siempre trato de mantener la vela encendida.  

Siempre rezo las plegarias para que tú estés bien. Nada es para siempre y eso lo tengo muy claro. Trato de hacer los días más placenteros.  

Al final creo que no eres tan malo. He aprendido a vivir contigo y has estado presente en muchos momentos de mi vida; personas se marcharon de mi lado pero tú sigues aquí. El monstruo que habita en mi cuerpo estará latente y nunca podrá marchase. 

Que la presencia de mi aura te acompañe, que tus anhelos se cumplan. Que mi espíritu te guíe a donde quiera que vayas. Yo siempre te recordaré como la chica que me hizo conocer los estragos de la ansiedad y que amaba con gran devoción mis lecturas.  

Es momento de ir dormir. Él no tardará en llegar. Así que me despido de ti para siempre querido amigo… 

Related posts