Por Luis Carlos Rodríguez González/The Exodo/Reversos
Tucson, Arizona.- En la recta final del proceso electoral en Estados Unidos y ante el resultado incierto que podría llevar al republicano, Donald Trump a la presidencia de esta nación, el fantasma de las deportaciones masivas de mexicanos revivió no sólo estados como Arizona, uno de los más hostiles para los migrantes mexicanos y en donde en los años 30´s, durante la llamada “Gran Depresión” deportó más un millón de paisanos, gran parte niños, incluso algunos de ellos ciudadanos estadunidenses.
En sus discursos Donald Trump ha mencionado este capítulo negro de la historia de Estados Unidos cuando en la década de 1930, bajo la presidencia de Herbert Hoover y en el contexto de la grave crisis económica, se deportó o repatrió a más de un millón de mexicanos y mexicano-estadounidenses. El 60 por ciento de ellos con residencia legal en el país y que fueron detenidos y deportados sólo por el color de su piel o su apariencia mexicana.
Pero incluso con el eventual triunfo de la demócrata Hillary Clinton, no se descartan las deportaciones masivas, ya que la hoy candidata en su función de secretaria de Estado impulsó la deportación de más 2 millones 500 mil migrantes, la mayor parte de ellos mexicanos, durante los mandatos de gobierno de Barack Obama.
“Entre 1931 y 1933 se creó en estados como Arizona un fuerte clima antimexicano, contra los migrantes, ello por gran desempleo que existía en Estados Unidos, por lo que había redadas masivas, deportaciones y programas de repatriación forzosa en algunos condados. Tan sólo en Arizona fueron medio millón de mexicanos deportados”, dijo a The Exodo la investigadora y directora del Instituto Binacional de Inmigración de la Universidad de Arizona, Raquel Rubio-Goldsmith.
Consideró que Donald Trump ha despertado este mismo sentimiento antimexicano, antinmigrante al culparlos del desempleo, de problemas de la economía, del crimen y de todos los males que tiene Estados Unidos, todo ello con falacias y discursos que apelan el nacionalismo y la supremacía de la raza blanca.
“México y Estados Unidos tienen una larga historia de desencuentros en materia de migración que va más allá de la Ley SB1070 de Arizona y que tiene sus orígenes en este territorio que hace más de un siglo perteneció a la República Mexicana”.
“Es una frontera que nació de la violencia, no es una relación tranquila y pacífica como empezó esto, es el resultado de una guerra», argumentó.
La investigadora expuso que a raíz del Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado entre México y Estados Unidos en 1848, nuestro país cedió gran parte de su territorio a la Unión Americana, incluido lo que actualmente es Arizona.
Cuando la frontera que divide a México y Estados Unidos quedó con el trazo actual, quedó también trazada una historia de desencuentros, de intereses económicos, de racismo, dijo Raquel Rubio-Goldsmith.
Durante la época de la Gran Depresión, en los años 30, la mano de obra de los inmigrantes mexicanos dejó de ser bien recibida en estados como Arizona, Texas, Nuevo México e incluso California. Esto dio lugar a una ola de mensajes políticos contra la “inmigración ilegal”, muy parecidos a los que lanza Donald Trump, donde promovían la idea de que los recién llegados atraían el crimen, lo que hacía surgir clamores por su deportación.
La investigadora de la Universidad de Arizona, indica que tan sólo Tucson, cientos de miles de mexicanos con o sin documentos, es decir ciudadanos estadunidenses, fueron deportados en una alianza entre las autoridades locales y el gobierno federal, hecho histórico conocido como “La Repatriación” que resultó en la deportación de medio millón de personas en el suroeste de Estados Unidos.
Expuso que en la década de los 80 comenzó un éxodo migratorio hacia la ciudad Phoenix que viene del centro de Estados Unidos. Aquí se habla de la migración que viene del sur, no se habla de la que viene del oeste. “Es gente blanca que se identifican como americanos. Que dicen que ellos son los únicos americanos; los negros no les caen bien, los indios no les caen bien y los mexicanos no les caen bien, son seguidores de Donald Trump”.
“Son viejos, protestantes, casi todos jubilados o en vías de jubilados y ven cualquier mexicano como un invasor o ilegal. Son dos migraciones en conflicto por temas raciales, de generación. “Muchos de los gobernantes y políticos que han impulsado leyes como la SB1070 son de este grupo de blancos que han dominado la escena política de Arizona”, dijo Rubio.
* Doña Emilia: sobreviviente de la “Repatriación Mexicana”
Doña Emilia Castañeda hoy tiene 90 años. En 1936 fue una de las víctimas de la también llamada “Gran Repatriación Mexicana” cuando más de un millón de paisanos. Su padre, un albañil, no tenía empleo y decidió irse a Durango con sus dos hijos, ambos nacidos en Estados Unidos. Era 1936 y el país vivía la Gran Depresión.
Si bien el caso de su familia fue una “auto-deportación” la misma se originó por la falta de empleo y el clima hostil en contra de ellos por su origen mexicano. “A mí nadie me echó de aquí. Mi papá se fue porque no conseguía trabajo. En esa época sólo había para los americanos”, recuerda.
Su familia pasó de vivir en un hogar propio en el barrio de Boyle Heights, en Los Angeles, a dormir en el patio de la casa de unos parientes en Gómez Palacio, Durango.
La entonces adolescente Emilia trabajó como niñera en Durango. “Fue una vida miserable”, expresa la ciudadana estadunidense quien 9 años después decidió regresa a Estados Unidos cuando cumplió 18 años de edad, gracias a que su madrina que vivía en Los Angeles le ofreció pagarle el pasaje en tren. Su padre y su hermano prefirieron quedarse en Durango.
Con el tiempo, Castañeda comprendió que en aquella triste década de 1930 más un millón de personas, la mayoría niños estadounidenses, fueron forzadas o presionadas para que se fueran a México voluntariamente por las duras condiciones de vida.
Castañeda actualmente lidera una campaña que aboga para que este triste capítulo de la historia de Estados Unidos se incluya en los libros de historia en California y también exige a la Casa Blanca ofrezca una disculpa a los sobrevivientes de la “Gran Deportación Mexicana”.
“No quiero recompensa, ni un centavo. Todo el tiempo lo he dicho, yo quiero una disculpa formal de parte del presidente Barack Obama en persona porque violaron nuestros derechos civiles”, concluyó.