Por Karenina Díaz Menchaca Hace como un año, uno de los chicos que trabajaban en la empresa se presentó como nuevo elemento. Era muy joven y decía que ese era su primer empleo formal. Se veía muy educado y serio. Pasaron los días. Y de pronto aparecía con una sonrisita típica de alguien que va saliendo de la adolescencia (ahora ya sabemos que la adolescencia dura hasta los 25 años, entonces sí, el chico del que estoy hablando entraba en esa terna). Me hablaba de ‘usted’ todo el tiempo, pero…