Ezequiel tenía mucha sangre

Por Rivelino Rueda Ezequiel tenía mucha sangre. Tanta, que en sus mejores días le dio para teñir de rojo las tres fuentes de Filo de Agua, las piletas públicas del barrio de San Erasmo, el riachuelo triste que partía en dos al pueblo y hasta los veintidós tinacales que se apartaron para la sequía. “Tienes mucha sangre, Ezequiel, y eso no es bueno. Trae desgracias”. Las palabras del cura Infanzón Chagoya parecían proféticas, como liturgias huecas, pero ese era el parte médico del hombre de túnica amarillenta y casulla de…