Hasta la saciedad, medios de comunicación oficiales, no oficiales, libres, pagados, autogestivos, académicos, entre otros, en Estados Unidos, en el resto del mundo, y desde luego en México, además de diversos académicos, expertos, periodistas, líderes políticos, y una interminable baraja al respecto, hablan y argumentan de la progresiva caída hegemónica de Estados Unidos en la actualidad.
Lo anterior se da dentro de una era donde a partir de 2016 la correlación de fuerzas, derivadas del aspecto económico, cambió en términos de prioridades, discurso, formas, fondos, liderazgos y decisiones al interior del mando político superior en Estados Unidos. Donald Trump significó un cambio rotundo de paradigma.
Si en los últimos años en torno a este mismo momento histórico China y Rusia destacan casi intactos, sin muchas disputas internas que fragmente su liderazgo (hoy ya hegemónico).
¿Por qué no pensar que la reglamentación, los patrones y la vigilancia estadounidense en cualquier aspecto de la vida mundial deban dejar de existir, y por consiguiente tender a desaparecer?
Le sugiero replantearse este escenario con y sin miras de sumisión geopolítica (depende del bosquejo ideológico que usted tenga o asuma), sobre todo para quienes habitamos este mundo desde países pobres estructuralmente.
¿Será esta época la oportunidad para romper con el patrón de dominio norteamericano en la vida del mundo entero?; aquí intentaré destacar algunos puntos a considerar sobre los que se rige el dominio de este país en torno al planeta entero:
Cotas, patrones y sistema de normas y leyes en aspectos de tecnología, comercio, producción industrial, patrones cualitativos para medir e incidir por sobre aspectos de factores que no debieran medirse bajo normas en sí como el arte y la cultura, la dominancia de su cultura de espectáculo, cine, música, comida, valores como nación, aspectos de seguridad nacional, aspectos de seguridad y presencia militar, cotas, normas y patrones establecidos en la vida académica, empresarial y social de otros países fuertemente influenciados por Estados Unidos, modas, costumbres, valores, creencias y visiones de la vida en términos grupales, que por cierto ha ocasionado la pérdida de valores y costumbres sociales y colectivos propios de ciertos rincones del mundo por la penetración del esquema estadounidense, estos entre miles y miles de factores más que tanto usted como yo podríamos seguir enlistando y no nos alcanzaría el espacio.
Personalmente considero que estos elementos son absolutamente incidentes y determinantes para ir gestando un plan de cada nación, política y socialmente bien articulado e impulsado, que pretenda deshacerse de las cadenas de dominación que a lo largo de la última era Estados Unidos (visto como la última Roma) ha amarrado en muchos lugares del planeta.
Para poder comprender estos contextos se vuelve indispensable saber, analizar y ver política, economía y lecturas sociales desde la certeza científica pero también desde la observación, la intuición, entre líneas; se debe incentivar la visión política en base a momentos, eras, épocas, roles hegemónicos, dinámicas geopolíticas, geoestratégicas, y sobre todo reacomodo de fuerzas económicas.
Para dichos efectos es imprescindible leer el itinerario global, y todos los aspectos de la vida política de nuestros países enlazarlos al itinerario mundial, a lo que sucede en Rusia, en China y sobre todo a todo lo referido a la debacle norteamericana. Se debe de aprender el salto cualitativo que el olfato colectivo en materia política de otros países donde siempre hay un enlace a la lectura internacional para explicarse aspectos de casa.
En este sentido es un llamado muy concreto a que el olfato político mexicano se despoje de esa visión tan localista, y acceda a una forma y una comprensión más complementaria, dinámica, versátil, multidisciplinaria y multifacética.