Salvador Cienfuegos, el general incómodo del Peña Nieto

Por Guillermo Torres 

Todo lo que la izquierda mexicana ha padecido en el último siglo, como persecución, represión, cárcel, muerte y desaparición, principalmente desde los años sesenta del siglo pasado, y durante la guerra sucia, a partir de los años setenta, hoy se hace más evidente y latente que nunca.  

Pero ahora, bajo un esquema distinto a su comienzo. Durante el calderonismo y el peñismo se tornó en una institucionalización del crimen que instrumentó a la fuerza pública como brazo operativo de las organizaciones criminales.  

Todo lo que siempre resultó viable y sobre todo necesario, esa represión a sangre y fuego, para mantener el estatus quo que la derecha instauró y fortaleció, en un espiral de entreguismo y puesta en venta de la nación entera.  

Hubo un momento en el que las nuevas generaciones del PRI y del PAN, con sus satélites, decidieron cooptarse de facto en lo que consolidaron como un Narco-Estado. Todo encajaba a la perfección y redondeaba en una “cultura de entretenimiento y diversión”, que quedaba integrada dentro del mismo esquema de ignominia. 

El enfoque sistémico del neoliberalismo, cuanto menos sentido crítico estableciera, mejor, no solamente de extraños, sino incluso de “propios”. Es por ello que los medios masivos de comunicación no solamente han sido parte importante del canal de distribución del crimen, sino que ha sido la cristalización de un trabajo que, desde los años sesenta del siglo pasado comenzaron a enfocar para enajenar y mantener en el engaño y la ilusión de un “bienestar” acercamiento e “igualdad” social. 

Todo ello, basado en sus historias televisivas de corte aspiracional y fantasioso, que generaba un “bienestar” manifestado en un social conformismo laxo y acrítico, donde la ley del más famoso, mafioso, mañoso e ignorante versaba mientras el dinero prevaleciera.  

Es eso a lo que hoy queda reducida la oposición, una vergonzosa y bizarra pasarela de delincuentes traidores a la patria, que aspiran a dar un golpe de lo que sea para retomar camino al poder, o bien por sus mañas electoreras, o bien con todo lo que legal o ilegalmente puedan hacer frente al gobierno actual y el espiral ascendente que tiene. 

El autodenominado movimiento de FRENAA y el fallido partido de los Calderón no han tenido los resultados previstos, aunado a la detención de dos funcionarios clave del narco estado de Felipe Calderón y su continuidad con Enrique Peña Nieto, terminan de desdibujar sus ya de por sí escuetas aspiraciones electorales. 

Ahora queda la contención de la confrontación irracional y la división social que pretenden para el caos buscado. Y eso solamente puede contenerse con un movimiento bien estructurado y orgánicamente funcionando de manera continua y de facto en el tejido social más allá de los procesos electorales.  

Es ahí donde se debe romper la lógica de la forma convencional de hacer política, atender los núcleos del movimiento de manera permanente con programas, acciones y actividades que dejen a los procesos electorales en mero trámite, situación que además de abrir la posibilidad a consolidar una política social sólida y constante, también puede verse reflejada en una reducción aun mayor de los gastos de campaña para aplicarse en cuestiones más necesarias.  

Pero, sobre todo, el movimiento se desmarcaría de esa lógica electoral y de confrontación basada en ataques frontales y sin sentido, lo que propiciaría un vacío aún mayor en la oposición, de manera literal dejarla hablando sola en su discurso y acciones convencionales. 

A partir de la detención del general Salvador Cienfuegos Zepeda se culmina la total y rotunda derrota del sistema neoliberal y sus operadores políticos y criminales.  

Viene una reacción en cadena de detenciones y temas que se ventilarán públicamente que terminarán por dejar en la total inoperancia a los partidos convencionales; lo que no significa que aún no haya que trabajar mucho y enfocados para evitar que al partido en el poder le suceda lo mismo.  

Es una doble y ardua labor de no caer en la misma lógica bajo circunstancia alguna, lo que tampoco significa que sea algo infranqueable, en particular cuando se tiene a mano la forma de hacer justicia en muchas vertientes aun pendientes y que a no dudarlo darían un enfoque sano y objetivo a la política mexicana, pero debe estar sólidamente respaldada por una cantera congruente y convencida de esos ideales, de manera crítica y no doctrinaria.  

Es la única forma como se puede terminar de hacer frente a un antiguo régimen, hoy oposición llena de odio, rencor, resentimiento y mucha mala entraña para intentar cualquier treta en su desesperación e impotencia. 

¡Suscríbete a nuestro newsletter!

Related posts