Nuevos retos sociales para México

Por Víctor Manuel Del Real Muñoz

Considero que el punto de inflexión social de la vida pública de México a partir de la llegada del próximo Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, derivado del deber ser, con un enfoque idealista implícito, tiene que expresarse en la voluntad de erradicar, incluso de raíz, ciertos vicios, esquemas, tradiciones, factores y formas que han podrido la sana concordia, el buen manejo democrático y la socialización en general entre nosotros los mexicanos.

Este corolario responde a muchos de los anhelos sociales que la mayoría de nuestro pueblo tiene en estos momentos.

Muchas de nuestras formas genuinas para tratarnos, querernos, e incluso lidiar entre nosotros, que nos caracterizaba como mexicanos en un pasado ya remoto, las hemos ido perdiendo; nuestra cultura, nuestro espíritu y nuestros ideales que nos caracterizaron para bien, hoy mayoritariamente yacen rotos  pues han sido desaparecidos frívolamente.

Habrá que seguir escuchando las críticas y los lamentos del grueso de nuestra nación también, hay una razón histórica para ello. Este país supuestamente ya cambió a partir del primero de julio pasado.

La tarea debe empezar con abrir democráticamente al 100% los espacios de sensibilidad, de desarrollo del arte, de cultura, de artes plásticas, de crítica, de academia, de ciencia, de educación, de deporte, y de desarrollo de conciencia en general, así como limpiar muchas de nuestras instituciones de “LUZ y de PENSAMIENTO” de los cuerpos dinámicos e infames de mafias que enquistan la vida institucional del país (a propósito de los contextos porriles), para que todos los mexicanos tengamos las mismas posibilidades, en un supuesto de apertura 100% democrática reitero, de estar allí, adentro, trabajando, desarrollando, con nuestro potencial al rojo vivo y con el apoyo y respaldo coyuntural de aliado y no de enemigo, y con un objetivo colectivo, de beneficio nacional, de entrega y visión mexicanas, y ¿por qué no?, un deseo de superación personal del orden estructural y espiritual, para poder encausar la actividad pensante, crítica, moderna, filosófica, en vínculo con nuestro mismo pueblo, y nuestro medio ambiente.

Necesitamos volver a pensar en nosotros como mexicanos, en vínculo con el mundo de ahora, pero nunca supliendo nuestro antecedente cultural ni nuestro rol nacional. No se trata tampoco de suplir las bondades culturales (de reconocerse franca y abiertamente) que nos trajo la globalización del orden financierista internacional. Lo digo responsablemente. Esto último quizás sirvió para conocer al mundo, literal.

Debería de existir un organismo autónomo público o dependiente de la SEP que cuide de nuestro lenguaje en México, y que trate de limitar el acoso de la voraz descomposición que la modernidad de acuerdo a los cánones de TELEVISA (entre otros destructores del mismo) nos han impuesto, aunado a la americanización de muchas de nuestras expresiones coloquiales. Pensar y rescatar cosas de nuestra lengua debe constituir un ejercicio absolutamente soberano bastante prudente, en vínculo con la reconstrucción de nuestro proyecto nacional.

Se vale decir que se vuelve indispensable devolvernos la licencia, si así se quiere ver, de vincularnos desde lo humano con un poco de lo humano y salir de las rutinas de apariencia material y funcional que vacían hasta la mínima expresión nuestro espacio para seducirnos unos con los otros, no necesariamente en forma amoroso ni sexual.

Este mundo de la productividad neoliberal, del lenguaje pro empresarial hasta en la inercia paternal, de los valores sintéticos y superfluos, nos ha traído, masivamente y de forma generalizada una lejanía con una sensibilidad de aspectos básicos entre humanos. ¿Hemos dejado de querernos unos con otros?, progresiva y mayoritariamente creo que sí, al menos en nuestra nación. Sólo la desgracia y el horror nos devuelve un poco de ese click colectivo.

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