Por Rivelino Rueda/Argel Jiménez
En la voz de Trini se palpan las historias de despojo, de injusticias, de engaños, de tortura, de vejaciones, de discriminación, de la saña, de la violencia de los poderosos… pero también en la voz deTrini se perciben firmes convicciones de lucha y esperanza.
“Nos duelen esos cerros que no hablan. Nos duele esa tierra, esos árboles, esos lagos, esos ríos, esas aves, esos pozos. A nosotros nos duele y por eso nosotros hablamos por ellos”.
Trinidad Ramírez, integrante del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), de la comunidad de Atenco, habla por un lago, el de Texcoco, el ancestral compañero de miles de batallas, el dador de vida, hoy amenazado por supuestos proyectos de modernidad que, por sus fueros, arrasan implacables a comunidades y pueblos, como los es el llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
“Amamos la tierra, pero también lo que hay en la tierra, lo que nace de la tierra”, dice la señora Trini con voz firme, esa que se forja por años de lucha en defensa de la Mamapacha.
Se dice necia y reconoce a sus compañeros de lucha como “necios”, sobre todo porque no los han logrado doblegar a lo largo de 17 años, de tres gobiernos consecutivos, el de Vicente Fox Quesada, el de Felipe Calderón Hinojosa, el de Enrique Peña Nieto, y ahora un cuarto, el de Andrés Manuel López Obrador, que inicia el 1 de diciembre.
“Somos necios y decimos que esta tierra es nuestra y la tenemos que seguir sembrando”.
María Antonia Trinidad Ramírez Velázquez lleva a cuestas el dolor de su pueblo. Prefiere no recordar las escenas de aquel 4 de mayo de 2006, la barbarie militar y policiaca, la saña que se desencadenó a partir de esa fecha en contra de todo lo que oliera a los despectivamente llamados “macheteros de Atenco”.
Su voz es poderosa, su sonrisa irradia lucha, fervor de justicia y harta, harta esperanza. Baja de estatura, paliacate al cuello, frondosa cabellera negra, profundamente negra, como cincelada por siglos de soles, Trini habla sobre las casi dos décadas de resistencia.
“Llevamos 17 años luchando y no hemos dejado ni un día de luchar (…) La lucha no es por nosotros, es por las nuevas generaciones (…) Queremos que se respete la decisión de los pueblos, es lo único que queremos”.
Inquieta, visiblemente inquieta y rebelde, María Antonia Trinidad habla fuerte, a 36 kilómetros de distancia de su comunidad, de su tierra envidiada, de su codiciado lago, de sus imponentes árboles, de sus cerros milenarios, de sus entrañables y ancestrales aves: “Estamos en una lucha desigual, pero se van a seguir despertando conciencias, y por eso decimos NO al nuevo aeropuerto”.
“Nosotras y nosotros no somos mercancía, somos seres humanos. Nos han puesto signos de pesos, pero seguiremos luchando. Si esta consulta no nos favorece, les decimos que vamos a seguir luchando. Queremos decirles que no nos vamos a rendir. Los derechos se ganan en la lucha. Quienes caminamos al lado del pueblo nunca nos equivocamos”.
Trini habla por los cerros porque se encuentran heridos. Habla por los ríos, los lagos y los pozos, porque están sedientos, adoloridos. Trini habla por la tierra porque está enferma. Trini habla por los árboles porque están tristes y cansados. Trini habla por las aves porque son deidades, porque son mensajeras… Trinihabla por todas ellas, porque ellas no hablan, sólo es palpable su dolor.