Por Rivelino Rueda/Joselo Rueda
La acumulación de 2 mil 750 toneladas de nitrato de amonio, almacenadas desde hace seis años en una bodega en el Puerto de Beirut, Líbano, aunado a la existencia de silos agrícolas –con extraordinaria capacidad de generar una explosión de proporciones inconmensurables, si el polvo de estos granos se encuentra suspendido y en un lugar cerrado— fueron los factores que provocaron la tragedia de este martes en aquella nación de Oriente Medio.
Hasta el momento, el número de muertos por la explosión en el puerto de Beirut aumentó a 100 y el de heridos ya es de más de 4 mil, informó la Cruz Roja libanesa.
De acuerdo con expertos en química agroindustrial, el polvo de los materiales combustibles, cuando alcanza un tamaño y concentración determinados, puede ser extraordinariamente explosivo.
“Incluso, a pesar de que el polvo, a diferencia del gas, tiende a sedimentarse, no por ello deja de ser peligroso, ya que cualquier causa puede ponerlo en suspensión. Una explosión de polvo es el resultado de la combustión extremadamente rápida de partículas combustibles puestas en suspensión, con capacidad para propagarse a través de esa mezcla de aire y partículas”, afirma Jorge Raúl Parente, de la Universidad Tecnológica Nacional de Argentina.
Detalla que en esta reacción química “sus efectos son mecánicos (aumento de la presión), térmicos (aumento de la temperatura) y de producción de humos asfixiantes (consumo de oxígeno)”.
Fuentes citadas por la agencia de noticias libanesa, NNA, señalaron que el incidente habría tenido lugar en un silo del puerto que acoge una fábrica de fuegos artificiales, mientras que el director de Seguridad Nacional, Abbas Ibrahim, puntualizó que no se pueden aclarar las causas del suceso hasta que no concluyan las investigaciones.
Al respecto, Javier Fernández García, ingeniero Agrónomo y doctor en Tecnologías Agrarias de la Universidad de León, España, explica que una explosión de polvo es el resultado de la combustión extremadamente rápida de partículas combustibles puestas en suspensión, con capacidad para propagarse a través de esa mezcla de aire y partículas.
Señala que, generalmente, en primer lugar se produce una explosión primaria, generada por una pequeña nube de polvo, la cual provoca ondas de presión que aumentan la turbulencia del ambiente.
“Esto favorece que el polvo, habitualmente depositado en ciertas zonas de estas instalaciones, pase a la atmósfera en forma de suspensión, produciéndose una segunda explosión, llamada explosión secundaria, que genera a su vez explosiones en cadena, liberando gran cantidad de energía y causando daños catastróficos”, detalla.
En ese sentido, Francisco Ayuga Téllez, ingenieros Agrónomo de la Universidad Politécnica de Madrid, España, recuerda que la primera explosión de polvo que se tiene documentada ocurrió en diciembre de 1784 en Turín, Italia, en una fábrica de harina, siendo la fuente de ignición una lámpara encendida.
En Estados Unidos se han producido, en el período 1987-1997, una media de 13 explosiones al año, con un balance de 18 muertos, más de 115 heridos y 77 millones de dólares de pérdidas, según datos del profesor W. Schoeff, de la Universidad de Kansas, y el USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) en Washington.
En Europa, en el período desde 1970 a 1998, se han producido 15 explosiones de polvo, de las cuales cinco han sido en España: Lérida, Pozoblanco (Sevilla), Tarragona, Nogales (Palencia) y Fuentepelayo (Segovia).
El balance final es de 58 muertos, con numerosos heridos y cuantiosas pérdidas materiales. El más reciente ocurrido en Europa es el de Blaye, en Francia, en 1997, donde la explosión de una de las dos torres de hormigón de 40 metros de altura, con 21 silos de trigo cada una de ellas, provocó el hundimiento de la plataforma que soportaba las oficinas de la empresa propietaria.
Jorge Raúl Parente, de la Universidad Tecnológica Nacional de Argentina, destaca que los polvos combustibles están presentes en una gran variedad de industrias, y expone que “se estima que hay cerca de 13 millones de trabajadores en la industria de manufactura y de estos, miles pueden estar en riesgo de sufrir lesiones relacionadas a los polvos combustibles”.
“Los accidentes ocurridos han demostrado que las explosiones de polvo pueden llegar a ser tremendamente violentas, causando muchas víctimas y arrasando totalmente instalaciones de todo tipo (minas, silos para almacenar granos, fábricas de harina o azúcar, almacenes de forraje, etc.”.
Destaca que se define el polvo combustible como “un particulado solido que presenta un riesgo de fuego o deflagración, independiente de tamaño o forma, cuando está suspendido en el aire (u otro medio oxidante) a varias concentraciones.
“Se considera como material particulado: polvo, fibras, fragmentos, hojuelas, lascas, o mezclas de cualquiera de los anteriores”, anota.
Parente indica que, la combinación de los elementos de fuego dentro de una estructura cerrada, “provee las condiciones para que la flama se propague rápidamente generando suficiente presión como para mover cualquier polvo acumulado en las superficies de trabajo”.
En primer lugar –añade– se produce una explosión primaria, generada por una pequeña nube de polvo, la cual provoca ondas de presión que aumentan la turbulencia ambiente.
“Esto favorece que el polvo, habitualmente depositado en ciertas zonas, pase a la atmósfera en forma de suspensión, produciéndose una segunda explosión secundaria, que genera a su vez explosiones en cadena, liberando gran cantidad de energía y causando daños catastróficos”.
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