“El Muay Thai cambió mi vida”

Por Erick Saldívar Rosales

Por la colonia Balbuena, en la Delegación Venustiano Carranza, reside un joven de 20 años que ha enfrentado la cotidianidad con el deporte. Un arte marcial de origen tailandés que, a través de la disciplina y la humildad, crea un ser humano más fuerte ante la sociedad, según él.

Eryk Fuentes, un tipo tranquilo con una mirada “a sospecha”, playera de a tirantes, mezclilla con aberturas en todo el pantalón, botas rojas y el cabello caído en forma de “rastas” que lo caracteriza, se ha trasformado en otra persona gracias al Muay Thai.

“Se requiere disciplina y condición para practicar ésta arte marcial”, afirma Eryk. Al principio consideró el entrenamiento como un hobbie, practicando tres veces a la semana; hora y media diaria.

Al entrarse cada vez más a la disciplina se fue formando en un ser concentrado. Al golpear el costal “te liberas del estrés, de la tristeza. Te desahogas de tus problemas arrastrados. Del bulto. De la soledad. Sólo te concentras en lo que estás haciendo en ese momento”.

Recuerda su primer enfrentamiento fuera de su gimnasio de entrenamiento. “Estaba nervioso, era una mezcla de emociones”. Dice que los espectadores lo hacían sentir presionado. “Ya no es normal”, refiriéndose a que entrenaba a puerta cerrada.

El saber movimientos marciales no te hace superior. Se deben ocupar con responsabilidad. Son una herramienta de defensa, no de ataque. En una ocasión un tipo le soltó “un vergazo”… “Yo le solté tres de mero instinto”.

“¡Abre! ¡Kao!”, son algunos de los gritos que le ordena su “crew” (entrenador) en un enfrentamiento habitual. Refiriéndose a que “abre” es una combinación de gancho y patada. Y Kao es rodillazo.

El Muay Thai no exige una dieta balanceada. Simplemente disciplina y compromiso. Comenta que solamente cuando tiene enfrentamiento no puede ingerir ningún tipo de droga (cigarro, alcohol, etc.)  Tiene que estar preparado “para el gran día”.

“Sin duda te hace una mejor persona. Más humilde. Menos arrogante. Comprometida”, indica Eryk. Cualquier disciplina marcial te convierte en un ser mejor.

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