Lavar los trastes….el enfrentamiento jamás evocado por nadie.
Por Erick Saldívar Rosales
Ya ha pasado una semana y los trastes siguen intactos, sucios y cada vez son más.
Las tareas en casa son divididas por los cuatro integrantes de la familia. Unos barren y trapean. Otros se encargan de lavar y tender la ropa.
Todas las tareas habituales en un hogar siempre son aleatorias… Sin embargo, los trastes, los trastes son el enfrentamiento jamás evocado por nadie.
En la semana hemos comido de todo. Tampiqueña, chilaquiles, pozole y atún. Los olores al pasar a un lado del fregadero hacen estremecer el estómago de todos. Incluso hay alguien que se atrevió de poner una toalla encima de los trastos para tratar de disimular la pestilencia, como si con ello evadiera la responsabilidad de enfrentar la nauseabunda sección de la casa.
¿Y por qué han dejado pasar tanto tiempo? ¿Por qué nadie toma la iniciativa de ponerse los guantes de plástico y ponerle jabón a los trastos y lavarlos?
Fácil. El asignado para lavarlos se le facilitó “dejarlo para mañana”, así hasta no poder con tremenda tarea. Ya hasta los habitantes empiezan a comer en platos de unicel.
Ha tratado de hacer cambalache de tareas, sin embargo, nadie ha accedido.
Mientras, los trastos siguen acumulándose. En ese cerro de bacterias hay todo tipo de artefactos: ollas, platos hondos y extendidos, vasos, tazas, cubiertos e incluso, en la orilla del campo de batalla se encuentra un cuchillo híbrido. Se encuentra en el limbo. Sólo la mitad está sucia de mayonesa, como si alguien lo dejara ahí “por si les dan ganas de hacerse otro sándwich”.
La cocina para la ama de casa debe permanecer siempre limpia, o al menos eso lo dice la de ésta casa. Ahora que se presentó una anomalía, no pretende ayudar al desafortunado. Le encaró y lo menos que le dijo fue que era su responsabilidad, que debía hacerlo.
Todo indica que mañana (todo siempre dejándolo para mañana) es el día de enfrentamiento. Esperemos que enmiende el cometido.