Por Guillermo Torres
Luego del feminicidio perpetrado la semana pasada en contra de Ingrid Escamilla, en la Ciudad de México –situación agravada mediáticamente por la ineptitud, una vez más, de la policía, en esta ocasión filtrando imágenes de esta tragedia en las redes—se dio paso a la creación de una ley para evitar lo propio en dichos casos.
Este hecho, reprobable y repugnante, se dio en los mismos días en que se concretó la detención de Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, en España. El PRIAN ha decidido y emprendido una nueva vía en el golpe blando que tiene en marcha en contra del Gobierno de México, políticamente redituable, al lucrar con la tragedia y muerte de la víctima y su familia.
En esta ocasión, utilizando la justa causa de las mujeres para golpear a la Cuarta Transformación. Coincidentemente, el PRI puso en marcha una campañareivindicatoria, resistiéndose a terminar de desdibujarse del espectro político electoral. Al tiempo que una autodenominada manifestación feminista a las afueras del Palacio Nacional se llevaba a cabo mientras el Presidente atendía su rueda de prensa mañanera.
La realidad es que se trató de un acto vandálico coordinado incluso por al menos un varón detectado en el contingente, que sin razón alguna, en esta ocasión más que nunca, han procurado ocultar a toda costa sus identidades, cubriendo sus rostros.
Las inconformes causaron destrozos, igual que en ocasiones anteriores, aunque ahora con mayor saña y consignas “políticas” que no guardan relación alguna con su causa.
Mientras esto sucedía a las afueras del Palacio Nacional, en la rueda de prensa, una persona identificada como Frida Guerrera, cuestionaba al presidente Andrés Manuel López Obrador por el tema de la violencia de género, tema más que válido y con una evidente urgencia de ser atendido, eso es innegable.
Reivindicar a la Mujer en su justa y digna dimensión, rol y papel social, partiendo desde el mismo origen de vida que encarna y representa.
El punto estriba en que no solamente los asesinatos en contra de ellas, sino todos los crímenes cometidos de manera sistémica y sistemática en todos los ámbitos son parte de una estrategia de descomposición social de la que ha sido artífice y partícipe la ahora oposición. Una estrategia puesta en marcha desde los famosos casos de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, cuando todo mundo se asustaba, pero nadie accionaba como ha sucedido el lunes 10 de febrero.
Toda la violencia emprendida por el calderonismo en contra del pueblo mexicano, con el eufemismo de una guerra contra el narco, misma que criminalizó a inocentes y disidentes de su gris e inexistente enfoque político.
En su momento el argumento fue el comunismo, luego el terrorismo y en años recientes el crimen organizado. Es la argumentación involutiva que la ultraderecha criminal ha utilizado para exterminar a sus adversarios políticos.
El famoso grupo de sicarios, el más renombrado, entrenado y operado por el innombrable e impresentable “político” mexicano que hoy en día sigue operando y organizando a sus lacayos tanto del PRI como del PAN, y por supuesto sus partidos anexos, paleros.
Hoy más que nunca, la prensa cooptada y pagada, pero sobre todo los grupos criminales para quienes operan políticamente Felipe Calderón y cómplices, están haciendo con mayor ahínco su trabajo, eso a lo que mejor le entienden que es acabar con la vida ajena, sembrar el terror y la comisión de crímenes de lesa humanidad.
Quizá no estaría demás, ni fuera de contexto, hacer el apunte y señalamiento al movimiento feminista. Por principio de cuentas, que el Gobierno de México no es responsable directo de ningún hecho cometido en contra del género. Y que tampoco es algo que luego de años de ponerse en marcha, con lo que pueda acabarse como si de blandir una varita mágica se tratase.
Pero yendo un paso más allá en esta lectura y análisis, deben saber también que son los medios masivos de comunicación, principalmente las televisoras, quienes las pintan como un objeto utilizable y desechable con su degradante cultura de entretenimiento.
Con sus narcoseries, sus magazines que entre baile, música y “bromas”. Reducen a la mujer a ello, y hacen apología del machismo y otras cuestiones que en definitiva alientan socialmente a esto que sistémicamente la ultraderecha está procurando contrarrestar la descendencia de una sociedad sana, procurando por todas las vías y medios posibles que la descomposición del tejido social llegue a la cuasi no procreación de ser posible, por definirlo de una manera simple para no entrar en otros temas igual o más polémicos.
Sería interesante que las mismas televisoras y sus esbirros del periodismo abordaran el tema y generaran un debate constructivo a nivel nacional con la verdadera intención de acabar con los feminicidios, que curiosamente tuvieron un auge muy fluido cuando Carlos Salinas de Gortari gobernó este país, y que nunca se supo absolutamente nada, ni se investigó, ni se hizo justicia.
Por consecuencia, en los gobiernos de sus serviles gerentes mal improvisados no fue la excepción. Por el contrario, evolucionó en una escalada imparable.