Por Guillermo Torres
La Cuarta Transformación pasa por un momento de consolidación como consecuencia de su política exterior. Esto desvanece toda descalificación, de por sí sin sustento, de la oposición.
El éxito de la visita de Estado llevada a cabo por Andrés Manuel López Obrador a la Casa Blanca, es el más objetivo indicador de que su política progresista, de bienestar social; dista mucho de cualquier enfoque radical.
Una línea tendente a la izquierda, que poco tiene que ver con el comunismo, y hay que decir de paso que como tal el comunismo no tiene nada deplorable en sí mismo, no el socialismo; de tal modo que hay países europeos con un enfoque socialista en su política, que distan mucho de lo que la derecha mexicana tiene por obsesión usar como argumento para descalificar al Gobierno de México.
Pues bien, lo que en su momento fueron críticas sin sustento, como es usual en la ultraderecha irracional, acerca de la ausencia de giras internacionales del Presidente, y en un principio se basó en la agenda de su Canciller, y la comisión nombrada para su respectiva negociación. Llegado el momento, ha dejado clara su habilidad y eficacia política, su habilidad negociadora y su amplia visión para exaltar las coincidencias constructivas para México y Estados Unidos.
AMLO es reconocido en el país vecino del norte como un legítimo líder político, al que aprecian y consideran un firme aliado.
Los puntos principales de la agenda con consecuencias inmediatas han sido comercio exterior (TMEC), apoyo a migrantes hispanos, entre ellos los mexicanos por supuesto, y el combate a la corrupción; en materia de impartición de justicia, no es la simple y llama aprehensión de César Duarte, sino la colaboración sobre todos los manejos que el calderonismo llevó a cabo como brazo político del crimen organizado. Así como todo lo que de ello desencadenará para que la impunidad no siga siendo sello indeleble en México.
Hoy más que nunca el proyecto de nación lopezobradorista se encuentra del todo fortalecido frente a una oposición inoperante, carente de enfoque político, más que cooptada absorbida y desacreditada por el crimen, moralmente derrotada, pero muy en particular radicalizada, visceral y al borde de la locura.
Con una falta no solamente de liderazgo y credibilidad, sino de figuras políticas que puedan en un momento dado despuntar; ya que todas sus promesas carecen de todo lo que se necesita para hacer política a la altura de las exigencias de la nación en el punto histórico en el que se encuentra.
La apuesta de la prensa corrupta y vendida, de la mano de esa ultraderecha era el fracaso total de esa visita de Estado, caso contrario hoy se encuentran sin argumento alguno para cuestionar en absolutamente nada a la Cuarta Transformación.
Cada vez más debilitados en México, los serviles lacayos de los personajes internacionales que pretenden consolidar un golpe blando que tiene como principal artífice mediático en México a Carlos Loret de Mola y el desdibujado panismo, la procuración de justicia en Estados Unidos terminará de desdibujar la operatividad financiera internacional del crimen organizado mexicano.
Sin duda, todo ello tiene tintes positivos para el proceso democrático y buen gobierno que vive México, aunque dicho sea de paso, por un lado es preocupante que no exista una oposición verdadera, que aporte y sume propuestas y política seria.
Denota que, en particular en los últimos 18 años, México estuvo conducido por una panda de mafiosos que ven en el país y la política un empleo bien remunerado, una vía para hacer negocios turbios al amparo del poder, entreguismo y para reprimir al pueblo, así como su oposición. Lo único que ocupa su agenda es la preocupación que tienen por perder privilegios al margen de la ley y que ya no es posible ejercer la corrupción por ninguna de sus modalidades.
AMLO ha demostrado ecuanimidad, sencillez y eficacia en el gran paso que se ha dado con Estados Unidos, cerrando filas en su proyecto de nación.
Un punto importante en medio de todo esto, son las elecciones intermedias de 2021, que se perfilan para darle todo el poder y legitimidad político y social a la 4T.
Hay muchas cosas pendientes en la agenda, pero partiendo del rotundo éxito que tendrá este proyecto de nación en las urnas el próximo año y su respectiva consolidación en el tablero político; la legalización de la marihuana que termine de desarticular los grupos reaccionarios al servicio de la ultraderecha, y sobre todo una reforma estructural al sistema judicial, que muy probablemente es la cloaca más profunda y ensombrecida de todo el aparato gubernamental.
La corrupción sin medida que le caracteriza tiene tintes de poder fáctico al servicio de los mafiosos que operan políticamente en la derecha radical, al igual que la INE, encabezado por Lorenzo Córdova.
Haciendo un balance y lectura final de lo ocurrido la semana pasada en Washington, nos encontramos ante una nueva etapa no solamente en la relación de los países de la región de Norteamérica, sino de la historia contemporánea de México, que sienta las bases para el camino que queda por andar, crecimiento de la inversión extranjera en México, crecimiento económico, crecimiento comercial y bienestar social son solamente algunas de las expectativas en torno a ello.
De este modo, tenemos que lo logrado en el año y medio anterior, sin duda ha sido la base exitosa que necesitaba México para tener la confianza y respaldo de Estados Unidos. Mas allá, mucho más allá, de las agendas impuestas al viejo régimen, en donde los gerentes en turno se limitaban a cooptarse en la nómina como les ordenaban, a cambio de entregar la soberanía de nuestro país.
Este esquema es algo que muy probablemente se había visto nada más en el juarismo, o el cardenismo. Estamos viviendo un momento histórico digno de defenderse, cultivarse, cuidarse, no como una cuestión dogmática, sino en el ejercicio ciudadano y participativo que durante la post revolución fue una añoranza dispersa para los mexicanos y las mexicanas.
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