Por Guillermo Torres
Las protestas en la ciudad de Guadalajara en contra del gobierno estatal de Enrique Alfaro han derivado en una violenta expresión de repudio a la gestión del gobernador; una ineficacia del mismo, aunado a los manejos irregulares que ha hecho de los recursos, así como el endeudamiento del estado que ha hecho sin sentido.
Estos son factores que han generado un espiral de inconformidad al grado del estallido social en su contra que, si bien nada justifica que se haga de manera violenta, sí es una causa legítima. En todo caso pueden cuestionarse los métodos, pero nunca las causas.
Estamos ante un “político” mal improvisado de vocación totalitaria y fascista, que incluso, en medio de la pandemia, ha coaccionado coercitiva y violentamente al pueblo de Jalisco, so pretexto de las medidas sanitarias. Y fue justo en este contexto que el joven Giovanni López ha perdido la vida bajo circunstancias extrañas y de muy poca claridad, mientras permanecía detenido por la policía de dicha entidad, Su detención fue por no llevar cubrebocas.
El esquema que prevaleció desde 1988 de imponer por medio de métodos fraudulentos y tendenciosos a personas cooptadas por una estrategia de privatización y venta de garaje de todo lo que implicara eliminar la soberanía nacional, es ahora la apuesta caricaturesca y bizarra que, en su desesperación, la derecha intenta perfilar con Enrique Alfaro para ocupar la Presidencia de México.
Avalado por periodistas de una supuesta línea de “enfoque crítico” hacia la opinión pública, como Pedro Ferriz de Con, que cada vez tiene menos credibilidad, igual que toda la caterva de traidores a la patria que le siguen los pasos que, en términos reales y prácticos, se pueden definir como políticos cooptados que buscan desestabilizar al gobierno federal, desinformando y generando noticias falsas.
Y viceversa, en el caso de Enrique Alfaro, siendo el gerente de la derecha en Jalisco, también sigue la línea de enrarecer el ambiente político con falsas declaraciones, como lo ha hecho el pasado jueves 4 de junio.
La expresión de protesta exacerbada de los ciudadanos que desgobierna es una respuesta y reflejo a la violencia y represión que su gobierno ejerce en contra del pueblo. No obstante declaró de manera mal intencionada que los manifestantes eran infiltrados desde “los sótanos del poder en la ciudad de México” según sus propias palabras, dado que los jaliscienses no suelen manifestarse de esa manera.
A no dudarlo, blande de manera literal y de facto su poca visión política y su vocación de dictador. Hacer una declaración tan delicada va en contra del proceso democrático que requiere México para su transformación.
Una irresponsabilidad que contrasta con los señalamientos que recaen sobre él de tener nexos con el crimen organizado, quizá el señor gobernador piensa que los métodos de Morena y del gobierno de México guardan la misma línea que sus aspiraciones presidenciales para reivindicar a una derecha de la más baja ralea moral y enfoque político.
Una derecha que se limita a desestabilizar la paz social con sus métodos, sin la más mínima convicción ni vocación de enriquecer la pluralidad de pensamiento crítico que retroalimente y fortalezca el espectro político para complementar y construir propuestas.
Su urgencia es recuperar cotos de poder y prebendas, disponer nuevamente de sus esquemas corruptos de desvío de recursos, sedición y evasión fiscal en complicidad con la oligarquía que mueven los hilos de títeres como el gobernador que imponen para velar por sus intereses sectarios, reaccionarios y antidemocráticos.
Para Enrique Alfaro la gubernatura que encabeza es solamente la plataforma por la que pretende postularse a la presidencia. Además de enriquecerse de manera ilícita para prolongar el gobierno de facto que ejercen grupos criminales para los que opera políticamente, incluyendo a otros partidos de derecha y personajes como Felipe Calderón.
A este impresentable gobernador se añade en la lista de la nueva generación de ignominia sujetos de medio pelo como Samuel García y Colosio Riojas, así como enajenados influyentes de la farándula como Eugenio Derbéz como principal apuesta para impactar la opinión pública por medio del posicionamiento que como cirquero tiene, apelando a la carencia de sentido crítico y de la desactivación sináptica que acepten en automático a este tipo de personajes que no tienen el más mínimo enfoque y propuesta.
Solamente fungen como instrumentos de manipulación y choque en contra de la ciudadanía, del pueblo.
Quizá valdría la pena que alguien le informe al gobernador de Jalisco que no solamente México, sino el mundo entero, pasa por un proceso de retoma de conciencia, donde gente deshonesta y turbia como él tienen cada vez menos espacio y oxígeno.
Que alguien le explique que la retoma de conciencia de la humanidad está en marcha con mayor énfasis y hartazgo a raíz de la pandemia. Y que la respuesta popular en su desgobierno obedecen a sus métodos represivos, como legítimo proceso social, a lo que en lugar de buscar responsables de sus propias acciones y decisiones, mejor sería que se ponga a trabajar de verdad en vez de empeñarse a convertirse en el principal operador político del crimen a nivel nacional.
Que, si bien muy probablemente su sentido de dignidad está neutralizado, tal vez el sentido del ridículo le ayude un poco a no exhibirse de manera desesperada, que lo único que refleja es la etapa terminal en la que se encuentra la derecha como alternativa política. El descaro total más propio de un comediante de medio pelo que de una persona cabal que aspira a dirigir un país como México.
…
¡Suscríbete a nuestro newsletter y Reversosmx!