Estados Unidos y su tendencia a la soledad geopolítica

Por Víctor Manuel Del Real Muñoz

En muchos espacios de reflexión coyuntural del mundo se ha destacado que existe un progresivo cambio de paradigma económico a nivel internacional, el cual, tiene como principal detonante el cambio notorio en las maneras de establecer políticas internas y exteriores del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos.
El año 2019 puede contar como un punto de inflexiones en el plano coyuntural (el económico incluido) al menos en Occidente.
Sin embargo, a pesar de las convicciones de Estados Unidos por dejar de impulsar toda influencia neoliberal tanto en suelo norteamericano como en otras partes del mundo, está claro que las formas de proceder, aún con tintes electorales, de parte de Donald Trump en base a las maneras de establecer acuerdos y amenazas en el orden comercial, militar y coyuntural, o los criterios para condicionar a China y Rusia en el orden económico y bélico, pues no son las más adecuadas.
Las recientes tensiones con Irán, aunadas las fricciones con México, y la insidiosa, y por momentos burda manera de tratar de acorralar en el plano comercial a China, rebelan ansiedad y miedo desde Estados Unidos, ante la inminente y crítica realidad geopolítica que los tiene en franca debacle, y en plena contemplación del ascenso y el fortalecimiento gradual chino.
Estados Unidos tiene claro que China está dominando el mundo entero, y sabe que será complicado dejar de depender de ese país en el escenario productivo y comercial, además del monetario directo.
Serán las formas más adecuadas las que le permitan y le garanticen a Estados Unidos seguir contando con los convenios que en son de paz y con estabilidad emocional pueda seguir suscribiendo con China.
Debe quedar muy en claro que, si existe un país con el cual Estados Unidos tiene compromisos y rasgos de dependencia absoluta en muchos planos de su economía, sin duda, se trata de China. Estos tienen que ver más que nada con producción, empleo de mano de obra, deuda, inversiones de capital de diversa variabilidad, entre otros.
Donald Trump tiene claras ventajas para repetir en el 2020 su mandato como Jefe de Estado, y si no es el, será alguien que describa a carta cabal lo que significa el devenir histórico del trumpismo, que, al parecer, es expresión pura de ese tan reconocido nuevo nacionalismo en Estados Unidos.
Sin embargo, existen protocolos poco gratos, o de poca envergadura diplomática, que deben modificarse para que Estados Unidos siga imponiendo respeto por la vía pacífica en el mundo, algo que por cierto ha ido perdiendo en muy poco tiempo.
Está claro que este país tiene dos frentes reconocidos en el mundo: el primero, aquellos enemigos o rencorosos por haber roto gradualmente el paradigma neoliberal, siendo los más. El segundo, aquellos a los que las formas, las maneras y los protocolos de poca monta diplomática afectan, condicionan y tensan sus relaciones.

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