La guerra comercial entre Estados Unidos y China, la cual desde un punto de vista personal no ostenta de caminos en pro de la paz económica global, y en todo caso sólo reivindicará ligeros esbozos de tregua interrumpidos por eternas rachas de luchas para los próximos años, aún en la plenitud tecnológica y artificial, significa por sí misma la pelea más frontal que Estados Unidos combate con la mayor fuerza geopolítica posible.
La OMC es un elefante blanco internacional. Tanto China como Estados Unidos se pasan por el “arco de la “economía””, por no decir de otra cosa, las reglas éticas que dicho organismo aplica para evitar que los países del mundo entren en confrontaciones comerciales.
Dichas reglas sólo aplican para países frágiles comercialmente o pobres estructuralmente, sin capacidad de toma de decisión en el plano mundial. Usted sabe que México, aún en el marco de la 4T, entra perfectamente en esta última condición.
Aquel Estados Unidos neoliberal, policiaco, y de represalias militares se mantiene, es quizás aún más sanguinario y peligroso, radical hacia la derecha, fundamentalista del nacionalismo yankee, fascistoide por momentos, pero ha incorporado a la baraja golpista y coercitiva las convicciones económicas, el patrón nacionalista, el América first por delante. Hay un nuevo paradigma económico en este país.
Ante el escenario anterior no era gratuito que Trump, desde campaña en el año 2016, amenazará con sacar a Estados Unidos de muchas batallas, alianzas militares, tratados comerciales y acuerdos económicos que sólo le significaban derroche de recursos y energía política, al mismo tiempo en que se acrecentaba la contemplación desde ese país de los ritmos acelerados del crecimiento y del progresivo potencial chino en todos sentidos.
El combate al “terrorismo” pasó a segundo plano para las prioridades extranjeras de Donald Trump. Estados Unidos por momentos deja sólo a Israel en Gaza, los Kurdos se saben abandonados por los estadounidenses a merced de Turquía (léase, una clara victoria rusa desde el lenguaje geopolítico), Venezuela por momentos huele sólo a campaña electoral en pro de las elecciones de 2020, pues no son contundentes las medidas de invasión estadounidenses a Maduro, además detrás del Gobierno Bolivariano coexisten fuerzas militares y económicas chinas y rusas peligrosas para Estados Unidos. El horno no está para bollos en Washington por ahora.
Para este país, son más las intenciones porque los patios industriales de Estados Unidos vuelvan a significar el espacio de mayor desarrollo y generación de valor agregado del mundo, a pesar de valorar al mismo tiempo como el nuevo recoveco de la máxima dinámica comercial de este planeta, con generación de alto valor agregado incluido, se encuentra en los extensos nudos kilométricos, repletos de fábricas y laboratorios industriales, de China, a bajos costes de producción y distribución de bienes y servicios, y con una disponibilidad de mano de obra, casi esclava, a precios inferiores en la escala internacional.
¿Sabe usted cual es el país en tener más industrias estadounidenses produciendo en estos momentos, fuera de Estados Unidos? China
¿Sabía usted que hay más empresas estadounidenses trabajando en China que en Canadá y México juntas? Quizás sí lo sabía, quizás no.
China crece a pasos agigantados, y acelera cada vez más su hegemonía mundial. Estados Unidos, potencialmente afectado, sabiéndose casi derrotado, no tiene alternativas viables por ahora.
Trump, como camino alternativo, intentando cuidar un rasgo del control hegemónico al paralelo del manejo lo más sano posible de las variables macroeconómicas, propone que la demanda de bienes, servicios y bienes manufacturados chinos se realicen en Estados Unidos.
El problema es que Trump se equivoca al no contemplar que China produce sus propios bienes, sus propios servicios y sus propios bienes manufacturados, y que, además, para el nivel de necesidades de China, Estados Unidos no cuenta con la oferta agregada suficiente, ni siquiera en términos de factores de producción, para satisfacer las necesidades de demanda chinos.
Macroeconómicamente y comercialmente, China le gana por goleada a Estados Unidos, ahora bien, ¿tecnológicamente sucede lo mismo con el tablero?, saque usted sus propias conclusiones cuando la propia NASA es determinante en concluir que la era artificial china aventaja el desarrollo científico estadounidense en desarrollos cuánticos, artificiales y de tecnologías de última era, en un rango de 18 a 21 años.
¿Hasta dónde puede llegar la vulnerabilidad estadounidense frente a China?, está claro que el neoliberalismo norteamericano terminó por condenar la hegemonía de este país a la derrota mundial, así de simple.
Hoy, año 2019, y luego de 3 años del Gobierno de Trump, es aún más claro que: o era Trump o nada más, o quizás mero Trumpismo. La vulnerabilidad estadounidense no se hubiera sostenido con otro gobierno neoliberal financieristacomo lo era el programa de Hillary Clinton.