Por Víctor Manuel Del Real Muñoz
Resulta aleccionadora en términos políticos la dinámica activa, frontal y opositora, a diferencia de los decadentes opositores mexicanos incluida la del famoso “México Libre”, de Felipe Calderón, Fecal (con todo y la ironía incluida), que el Partido Demócrata encabeza con la intención de afectar la reputación política de Donald Trump y así acelerar su declive y descomponerle sus ambiciones de cara a la contienda presidencial del año 2020.
Son buenos políticos los estadounidenses. Honor a quien honor merece.
El único aspecto que por momentos olvidan los legisladores demócratas es que a Donald Trump le favorecen los escenarios geopolíticos, ya que tanto China como Rusia necesitan, en su disputa global contra Estados Unidos, perfiles como los del “magnate” de Nueva York, y no, imágenes descafeinadas en lo sustancial, como pudieran ser las cabezas que empiezan a destacar por parte de los demócratas de cara al 2020.
El enemigo necesita de adversarios capaces en la guerra, a pesar de saber que por momentos ese enemigo te puede vencer sin dilema alguno. En geopolítica nunca se sabe. Es importante recordar que China domina progresivamente y Estados Unidos decae paulatinamente. El tiempo que pasa en la actualidad les da la razón histórica a los orientales de forma bastante clara.
Sin embargo, la correlación de fuerzas interna en Estados Unidos, tanto la fuerza laboral como los grupos de poder y acumulación de capital que dominan la agenda económica estadounidense, siguen necesitando la presencia, incluso mediática pero con aspectos ejecutivos y políticamente valiosos de Donald Trump.
Esos “berrinches” con países con los que en el pasado se celebró desde los Estados Unidos la “plenitud neoliberal financierista” le vienen bien a la negociación (carta de presentación estelar de Trump por cierto) en beneficio de la defensa imperial, dominante, explotadora y saqueadora de los grupos de poder económico que respaldan al actual presidente estadounidense.
Está claro que investigar a Trump en estos momentos es una agenda totalmente pre-electoral; hay una dinámica política muy en los términos de la teoría de las conspiraciones al estilo estadounidense.
Más allá de las comparecencias del Ex fiscal Robert Mueller ante las autoridades correspondientes, dejando abiertas las posibilidades de seguir investigando las relaciones y “posibles” interferencias de Rusia en las elecciones de 2016 en Estados Unidos, se debe entender que el RELOJ GEOPOLÍTICO evidentemente demuestra una relación vinculante entre Rusia y Estados Unidos.
Si bien es cierto que en los planos de dominación global los rivales a vencer de los Estados Unidos son China Y Rusia, hay claras compatibilidades, incluso en el plano ideológico, entre estas tres nacionales.
Es posible destacar con claridad de visión geopolítica la agenda oculta de orden económico internacional, de prioridades regionales, de visiones de mundo, se reitera, a pesar de las rivalidades geopolíticas estructurales que estos tres países mantienen.
Son muy claros los “guiños”, algo trascendental en términos diplomáticos y políticos, que ante cualquier convención o reunión internacional que ponga en el mismo sitio de espacio a la representación rusa y estadounidense, hay compatibilidades discursivas, ideológicas, de visiones globales, de agenda económica, militar, comercial, científica, educativa, cultural, entre otros.
Lo que no debe quedar en duda es que la agenda de las necesidades del capital internacional precisa de esta nueva reorientación de fuerzas dominantes donde Rusia, China y Estados Unidos controlen los planos de las decisiones, y todo en medio de la decadencia del modelo neoliberal financierista con factores causales monetaristas.
Esta compatibilidad, en la plenitud de la disputa geopolítica, es la cara más franca de la expresión del nuevo nacionalismo económico internacional, y la razón de ser de los nacimientos de los nuevos gobiernos como México, Brasil o muchas naciones europeas.