Elegía a Jack Kerouac… a medio siglo de su muerte

Por: Armando Martínez Leal

@armandoleal71

El Negro blanco, el civilizado espléndido,

el despreocupado civilizador salvaje.

Verlaine, a la muerte de Rimbaud (1894)

Nosotros los poetas en nuestra

juventud vivimos con la felicidad,

pero a partir de ahí

sólo nos queda el desaliento y la locura

Wordsworth

El martes 21 de octubre de 1969, fallece de un paro cardiaco Jean–Luis Kerouac. Las notas periodísticas señalan que se debe a una hemorragia interna; ambas indican como causa de muerte tu alcoholismo y adicción a los fármacos. Jack Kerouac pasaste los últimos años de su vida refugiado en casa de tu madre, huyendo del mundo, fugándote de ti. Es cómo si en esa búsqueda incesante que significó parte importante de tu existencia, lo que develó esa pesquisa, no te hubiera agradado.

Jack Kerouac murió a los 47 años en St. Petesburg, Florida, aquel día pudo haber caído una lluvia torrencial; o bien, el sol brillaba en su esplendor dejando observar con claridad el horizonte, lo cierto es que Kerouac agonizó en una profunda soledad, no había nadie del viejo triunvirato que lo acompañase. Ginsberg participaba activamente en los movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam, fue el alma de la revuelta de 1968, aportó su poesía, mantra e insurrección y su espíritu mágico: Peace & Love. Burroughs por su parte seguía en sus pesquisas sobre el yagé.

Kerouac dejaba este mundo aquel tercer martes de octubre de 1969, igual ya jamás serás Jack, probablemente renaciste en otro ser… probablemente regresaste al carretera, esa que habías abandonado años atrás, esa que te generaba profunda repulsión, por ello te fugaste del mundo, regresando al seno de tu madre, Gabrielle-Ange Lévesque… a quien amabas profundamente, a quien odiabas con la misma convicción. Esa vieja creencia que como aguijón se te enterró en tu ser cuando tu hermano mayor murió; ese fantasma te acompañó toda la vida… ¡haber sobrevivido!, ese fantasma que Gabrielle te recordó toda tu vida… ¡haber sobrevivido!. Ese fantasma recorre tu obra. Ese fantasma te acompañó en El Camino.

Jean–Luis Kerouac huías de Jack Kerouac… Kerouac detestabas a Kerouac, esa figura pública, reconocida, idolatrada por miles, hoy millones de jóvenes; de adultos que fueron jóvenes, de viejos que siguen siendo jóvenes… de jóvenes. La creación kerouaquiana cruza necesariamente por ese estadío, nació en ese estadío, es producto de él. Ser joven es ser rebelde. Sal Paradise y Dean Moriarty son los eternos jóvenes de la literatura contemporánea, son los perennes rebeldes, son los homoeróticos acompañantes… esa complicidad que sólo se logra en el enamoramiento. Neal Cassady era un rebelde nato, innato lector de Nietzsche, un auténtico decadente, un hermoso ángel caído del cielo, llevado al infierno y vuelto a redimir Dean-Cassady-Neal-Moriarty… el maestro con enorme verga que felaba Ginsberg en sus elegías… en sus orgías intelectuales, espirituales y carnales. El amante compartido… POR FAVOR MAESTRO… El paria que llegó a marcar a la Beat Generation.

Kerouac detestabas a Kerouac… a los excesos del camino. Kerouac detestabas a Kerouac a tu búsqueda incesante que se había comercializado, fuiste víctima del utilitarismo literario, la industria cultural te martirizó. Kerouac detestabas a Kerouac porque eras una mente brillante que se arrastraba pidiendo benzedrina-alcohol-alcohol. “He visto las mejores mentes de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos.” Kerouac detestabas a Kerouac, porque Kerouac había dejado de ser Kerouac… de Jean–Luis Kerouac ya no quedaba nada… y quedaba toda una magnifica obra que revolucionó la literatura. Kerouac fuiste un civilizador salvaje que dio tumbos y se responsabilizó por ellos, aunque la industria de masas te había masticado y vomitado… alienando tu rebelión-develación.

Kerouac aullabas en silencio, aullabas… aullabas en el delirium tremens y regresabas al alcohol, en tu pobreza envuelta en harapos, con los harapos que habían dejado de decirte… el hipsters mayor que fue devorado por el fuego cuando escucho el estallido del apocalipsis. Kerouac desbarrando. Kerouac gritando. Kerouac vomitando. Kerouac susurrando. Kerouac recordando… y los mumullos del tiempo y las anécdotas brotaban en tu delirio. Kerouac ya estabas muerto.

Hace cincuenta años dejaste el mundo, lo abandonaste distinto de aquel domingo 12 de marzo de 1922 cuando llegaste a tu natal Lowell, Massachussets. Hace cincuenta años dejaste el mundo y lo abandonaste distinto… Kerouac cambiaste el mundo, modificaste la literatura, arrojaste a los jóvenes a las carreteras en una búsqueda, en una pesquisa nietzscheana, con Dostoievski como ángel de la guardia, ángel maléfico… iluminador de caminos.

Jack detestabas la fama… detestabas a la turba de jóvenes, que como manda, hacían el camino a St. Petesburg, Florida… irrumpían tu aislamiento, querían conocer a su buda norteamericano, a su buda cosificado, a su buda que todas las tardes reposaba en la mecedora bajo su porche, irrumpían tu embriaguez, tu asilo. Jack detestabas a la turba de jóvenes que te llamaban a unirte a la rebelión contra la guerra imperialista en Vietnam. Jack agonizaste siendo un conservador-nacionalista… bacante de alcohol, no recordabas nada, querías olvidar. Olvidar la ola que habías generado. Olvidar el encuentro de aquel 1943 cuando tú, William S. Burroughs y Allen Ginsberg se conocieron, aquel choque que cimbró la historia de la literatura y de la cultura norteamericana y del mundo. Sin el triunvirato beat es imposible entender a los hippie… entender a la generación X, Y, Z… entender a los millennial.

Olvidar, olvidar, olvidar… olvidar hasta que el alcohol te llena la sangre, olvidar hasta que el alcohol retumba en tu cabeza, olvidar hasta que los recuerdos se pierden. Olvidar, olvidar, olvidar…  la memoria falla; ya no querías transformar el presente, renegabas de ti, Olvidar, renegabas de ellos, Olvidar… renegabas. Renegabas de Kerouac-Burroughs-Ginsberg… el triunvirato. Renegabas, olvidabas, renegabas… te embriagabas; ya estabas muerto aquel martes 21 de octubre de 1969. Estabas muerto porque habías dejado de escribir, de buscar, de encontrar… de memorizar, de captar aquellas imágenes que impregnaron tu obra. Ya estabas muerto aquel martes 21 de octubre de 1969… porque habías renunciado a tomar notas. Porque hacia tiempo habías renunciado a vivir; o tal vez, porque ya habías acometido aquello que habías deseado… dejar el mundo de forma distinta a como llegaste.

Jack ya no eras joven, sólo te quedaba el desaliento y la locura, habías dejado de ser feliz, como aquella tarde de 1943 cuando conociste a Burroughs y Ginsberg… permanecieron juntos hasta tu muerte y no estaban contigo en tu muerte. Estabas solo, sólo estabas. Estaba sí, el recuerdo de aquella noche donde te embriagaste, cantaste, bailaste con SLIM GAILLARD… Yep ruk hu’reesee, Ku’bisinee e kubu’ba U’la hu’mish u mak voutee… Yep ruk hu’reesee… Kerouac estabas muerto porque el be-bop ya no sonaba, no retumbaba en tu cuerpo… el be-bop de tu máquina de escribir… tu Underwood con la que a toda velocidad escribiste en El Camino… tu Underwood-be-bop… tú-Underwood-be-bop… Charlie Parker, Ella Fitzgerald, Dizzy Gillespie… Salt Peanuts, brinca, baila, goza… mueve el cuerpo, la mente, Salt Peanuts baila, grita, aulla, coge, crea, Salt Peanuts grita-coge-crea. Saxofonista-maquinista, maquinista-Blues, maquinista-escritor. ¡Be-bop! Yep ruk hu’reesee, Ku’bisinee e kubu’ba U’la hu’mish u mak voutee… Yep ruk hu’reesee. ¡groove!…¡Kerouac estabas muerto!

Kerouac la fama te asesinó, te convertiste en la figura icónica de un movimiento… pero no deseabas serlo, lo rechazaste, y sin ambage alguno expresaste tu conservadurismo y religiosidad. El dioscuro había muerto. Kerouac fuiste el fiel representante de los baby boomer, la generación de la posguerra que canceló el devenir para construir un porvenir; se rebelaron ante sus padres, el anquilosado viejo orden existente.

Kerouac fuiste católico bebedor, que como Scott Fitzgerald murieron a edad temprana; pero tú, tú ya estabas muerto Kerouac. El dioscuro de una generación que emprendió una búsqueda y manifestó el malestar de existir. Kerouac, el dioscuro de una generación que se expresó a través de la literatura, te sublimaste en las letras, entendiste que para ser escritor era necesario asumir el reto del YO, como una pregunta sin respuesta… y la respuesta está en el aire.

Kerouac llegó la fama y te dejaste de mover he has nothing to do but rock back and forth.” Llegó la fama y te eclipsó, te volviste una leyenda viva y tu obra no había sido leída; sin embargo, a tu muerte tu reputación literaria se incrementó, parte de tu obra permanecía inédita… Kerouac hoy se han publicado: The Town and the City, On the Road, Doctor Sax, The Dharma Bums, Mexico City Blues, The Subterraneans, Desolation Angels, Visions of Cody, The Sea Is My Brother y Big Sur… Kerouac hoy te leen en varios idiomas… aquel rollo de papel donde plasmaste On the Road se subastó por millones de dólares. Kerouac-dioscuro.

Kerouac… lloramos tu muerte y en ello “…comprobamos lo mucho que sufrimos”… ¡Bendito sea tu fracaso!… ¡Bendito seas Jack!… ¡Bendito!, ¡Bendito!, ¡Bendito!, ¡Bendito beatífico!, ¡Bendito beat!, ¡Bendito seas Sal Paradise!, con tus ojos en México, con tus ojos en Nueva York, con tus ojos en Frisco… con tus ojos, ¡Con tus benditos ojos Jack Kerouac!, ¡Con tu soledad! Tú-soledad… tu desalado. ¿Querías que te arrastrara el viento? Y te llevó la muerte. ¡la muerte bendita Jack!… la bendita muerte. Este lunes 21 de octubre de 2019 se cumplen cincuenta años de tu partida, de tu bendito fracaso… se quedan las visiones místicas y las vibraciones canónicas, se queda tu obra. Te quedas tú, me quedo yo… se queda el desaliento y la locura.

 

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