El periodismo como promotor de la cultura

Por Guillermo Torres

El concepto de desarrollo sociocultural

Abordar el concepto de desarrollo sociocultural en las próximas líneas, resulta obligado para comprender su relación intrínseca con el fenómeno comunicativo.

En primer lugar, se intentarán aclarar las distintas nociones que se manejan actualmente desde la sociología y la psicología acerca del término desarrollo, por su directa relación con esta propuesta y para formular una definición de desarrollo sociocultural.

Ambas ramas presentan líneas de investigación con similitudes considerables que coinciden incluso temporalmente en el tratamiento del concepto de desarrollo. La brevedad de esta comunicación sólo permite que este trabajo se centre en el tratamiento recibido en los últimos veinte años.

Teorías sobre el “desarrollo”. El papel de la “cultura”

En el plano de la psicología, desde los años ochenta, predominan las teorías que aplican el concepto de desarrollo a cada caso particular. Cualquier discusión estaría encaminada al desarrollo creativo, cultural, social, mental y físico del individuo en una atmósfera libre de coerciones y dependencias, y se haría hincapié en la preservación y sostenimiento de las culturas tradicionales locales y en la utilización de instrumentos como los medios de comunicación para los cambios en las estructuras básicas y la concepción del mundo de los seres humanos.

La psicología vygotskiana que postula la idea de que el desarrollo de la conducta humana surge con la aparición de instrumentos como el lenguaje, pasando de estar dirigido por las leyes de la evolución biológica a las del desarrollo histórico de la sociedad, centra este apartado, frente a la psicología piagetiana que entiende que el desarrollo se produce simplemente cuando el ser humano ha de superar los conflictos que le plantea su medio y que le obligan a adaptarse justificando así la desigualdad.

El desarrollo humano es el producto de la interacción del organismo humano con su ambiente y no se concibe su estudio fuera de un contexto. También desde una perspectiva contextual del progreso, el proceso esencial del desarrollo humano aglutina las relaciones cambiantes entre la persona y el contexto en que vive y su continua transformación.

Pero una descripción adecuada de la evolución individual requiere una delineación de los rasgos sucesivos de estas relaciones, una descripción cuyas características incluyen componentes biológicos, psicológicos, interpersonales, sociales, culturales, psico–ecológicos e históricos del nicho de desarrollo cambiante de la persona. Para describir adecuadamente el desarrollo humano, sería insuficiente incidir en una única función.

El contexto y sus componentes se presentan como claves si se quiere comprender el concepto de desarrollo humano proveniente de la psicología vygotskiana. Se incidirá en los tres que se consideran básicos: los interpersonales, sociales y culturales, por integrar de alguna manera al resto si exceptuamos los componentes biológicos.

Desde la perspectiva cognitiva, en la explicación del desarrollo del conocimiento humano, tiene primacía la línea cultural sobre lo natural. De la misma manera, se expresa cuando se considera el papel de la cultura en la mente humana como medio específico en el que se interactúa para producir desarrollo.

El desarrollo cognitivo como proceso cultural y social, fundamentalmente, refleja la coordinación de las capacidades biológicas y se constriñe con los valores culturales. Se trata entonces de un contexto no sólo cultural sino sociocultural que propicia el crecimiento social. Social en cuanto a que el desarrollo humano entendido desde los procesos mentales superiores, se crea a través de la actividad entre los individuos.

La comunidad es el contexto que configura la actividad humana. De ahí la importancia de las prácticas culturales de una comunidad y de la integración en dicha comunidad mediante la formación – información, la educación.

La interacción es el proceso fundamental por el que se desarrollan los conocimientos, se adquieren habilidades, se forman relaciones, se efectúan actividades. Para comprender una comunidad particular, se observa cómo la gente se agrupa y reagrupa por varias razones, y cómo se utilizan, se comparten, importan y exportan los recursos relacionados con dichas actividades.

La actividad humana nunca puede mantenerse aislada, existe contextualmente tal y como se desprende del informe publicado en 1992 por la International Society for the Study of Behavioral Development.

Son los contextos sociales, los más prometedores para practicar y desarrollar las habilidades razonadoras argumentativas relacionadas directamente con el nivel de educación y no puede olvidarse que los procesos mentales superiores se asientan culturalmente.

Al igual que la interacción social ofrece un correctivo natural ante el egocentrismo de las mentes individuales, un proceso similar opera sobre el plano de las ideas, y esto claramente plantea una alternativa válida frente al social conformismo.

La diversidad del mundo social corrige el pensamiento individual. La experiencia social sirve como paso natural hacia ese pensamiento. He aquí dos puntos trascendentales de esta propuesta: el discurso social y la interacción social, formas de comunicación que dependen de un contexto sociocultural que hace posible el desarrollo humano individual, depende y se incluye en el desarrollo sociocultural.

Este último concepto por su carácter globalizador será el que propugne de manera prioritaria en el transcurso de la comunicación y al que se pretende llegar también desde la sociología.

No obstante, la inclinación hacia esta perspectiva no debiera excluir el reconocimiento de las situaciones en que el desarrollo individual (mental, moral, político, etc.) se realiza, precisamente al margen o en contraposición de la línea del desarrollo sociocultural que lleva implícita la sociología del conocimiento, y la posibilidad y sentido que en su grado máximo la figura de los intelectuales representan como individuos auto afirmados y proyectados hacia un desarrollo personal, beligerantemente enfrentados a los convencionalismos y prácticas de sus respectivos “melius” socioculturales.

En cierto sentido también el intelectual o el individuo que se caracteriza por una sensibilidad, unos valores y unas metas incluso despectivas del propio entorno, experimenta su desarrollo por referencia a algún tipo de entorno sociocultural del que dicho individuo se nutre (lecturas, viajes, etc.) Pero está claro que este tipo de individuos también se “desarrolla”, con niveles de satisfacción y reflexividad íntimos seguramente muy distintos a los que su entorno sociocultural directo vaya experimentando.

Sin negar, por tanto, la complejidad y simultánea diversidad de niveles y direcciones del desarrollo coexistentes en una comunidad (con la correspondiente complicación que conceptos como la marginación e integración pueden experimentar), es hacia la idea de posibilidad de un desarrollo sociocultural colectivamente experimentado al que esta comunicación apunta.

Aunque esto mismo se haga voluntariamente compatible con el reconocimiento de que las mediciones y las políticas de desarrollo sociocultural comunitario no deben interpretarse ni ser un obstáculo para las realizaciones de desarrollo individual o microsocial ajenas al cauce central que un entorno sociocultural vaya definiendo.

Teorías sociológicas del “desarrollo”. La función y utilización de la “cultura”

Respecto al punto de vista sociológico, los años ochenta traen consigo nuevos y alternativos paradigmas del desarrollo que hoy continúan vigentes en su mayoría. Al rechazarse el método unidimensional del viejo paradigma dominante con el crecimiento económico como meta, aparece una conceptuación holística del desarrollo que incorpora otras dimensiones además de la justicia social, la equidad y el desarrollo de los setenta en términos de las necesidades propias de cada país.

El desarrollo depende de cuatro variables: las socioestructurales, el potencial y la tarea comunicativa, los psicoculturales de los actores sociales, tanto en el ámbito social como individual, y las metas socioeconómicas del desarrollo. En este proceso de cambio se admite la complementariedad de los aspectos físicos (económicos) y socioculturales (humanos) de la vida.

LA COMUNICACIÓN PARA EL DESARROLLO SOCIOCULTURAL

Todas las teorías del desarrollo planteadas a lo largo del siglo XX, llevan consigo su propio modelo de comunicación desde cualquiera de las ramas de la ciencia. La comunicación es condición clave del desarrollo se entienda, bien desde un punto de vista genérico, bien desde una aplicación específica.

A lo largo de este apartado, se hace hincapié en el hecho comunicacional, la utilización o no de los elementos de la comunicación y sus contenidos para el desarrollo, dejando de lado la infraestructura de la comunicación, desarrollo de los sistemas de comunicación, avances tecnológicos… por considerar prioritario lo primero.

Nos detendremos, en principio, a determinar el alcance del concepto comunicación en general para llevarlo después a los modelos de comunicación para el desarrollo más actuales.

El concepto de comunicación entendido desde el punto de vista de la acción

Para participar efectivamente en la interacción con un organismo y producir así desarrollo, es esencial adquirir un dominio básico de los sistemas de comunicación de éste.

Existen tres niveles de comunicación cuando se abordan las teorías de la comunicación y de la comunicación de masas: el intrapersonal, el interpersonal o de grupo y los superiores.

En el nivel intrapersonal se destaca la existencia de dos cuerpos: el fáctico que alude al procesamiento de la información y los intercambios con el medio y el teórico, centrado en los tratamientos de estados y procesos mentales.

Al referirse al nivel interpersonal o de grupo, destacan como problemas principales: las formas del discurso, pautas de interacción, cuestiones de afiliación o adhesión, control y jerarquía, conjunto de normas, establecimiento de límites, influencia y difusión. Y en el caso de los niveles de comunicación superiores, se tratan temas muy semejantes al nivel anterior pero en condiciones más complejas.

Se destacan las organizaciones formales donde “se presta más atención al control y la eficiencia de la transmisión de información, los grupos y asociaciones que dan más importancia a lo referente a la adhesión voluntaria, la interacción, la cooperación y la formación de normas y patrones y la comunicación de masas “uno de los procesos de comunicación que operan en el nivel de la sociedad global, rápidamente reconocibles por sus características institucionales”.

En los tres niveles referidos está presente el contexto, ya abordado por su influencia en el desarrollo. Evidentemente por las características de esta comunicación, me interesa reflejar, la importancia de los niveles de comunicación interpersonal y superiores en cuanto a los medios de comunicación, sin olvidar por eso su incidencia directa en el intrapersonal.

El discurso social y la intervención social dependen de un contexto, el sociocultural, que propicia el desarrollo del individuo y de la sociedad en su conjunto.

La importancia de la comunicación y, en concreto, del lenguaje queda así reflejados. Es el contexto el que fija el significado de las palabras, la comunicación en general y las acciones, encaminadas al desarrollo en este caso. El pensamiento verbal precisa de las palabras y va unido al término discurso. Para que se dé la comunicación discursiva tiene que haber respuesta por parte del que escucha.

Son las interacciones las que revelan que el lenguaje es “la argamasa que da forma y sentido a la expresión humana” en palabras de Ramírez Garrido. La comunicación lleva aparejado el principio de la cooperación o participación y, más allá aún, el de la interacción (diálogo más participación) presenta una dimensión tecnológica encaminada a conseguir unos fines.

¿Qué y para qué se quiere comunicar? Una dimensión social en el sentido de reacción con y del interlocutor ¿Con quienes y para quienes se quiere comunicar?, una dimensión ética puesto que las palabras están cargadas de moralidad ¿Cómo y porqué se quiere conseguir? La conversación, desde la teoría de la actividad, está mediada por la acción proveniente del contexto y se origina como un proceso de acción construido socialmente.

Dentro de la comunicación dialógica, el concepto participación adquiere su sentido puesto que se transforma en acción en el proceso de desarrollo. Al ser un fenómeno complejo, obliga la distinción entre lo que White, Nair y Ascroft llaman pseudo – participación y participación genuina. El primer término se refiere al control de las decisiones en manos de unos pocos donde la participación se limita a escuchar lo planeado.

En el segundo caso de la participación genuina, todos los implicados participan en el proceso de toma de decisiones y controlan las iniciativas que se han de efectuar. Las interpretaciones acerca de este concepto dan la pauta de las dificultades de su aplicación.

Por una parte, el proceso de comunicación participativa no es la panacea del desarrollo ya que no resuelve problemas en todos los contextos, como las hambrunas, las epidemias o los desastres naturales que requieren intervenciones a corto plazo. También se puede ver desde distintas perspectivas la aparente oposición entre los conceptos de participación y manipulación.

Los intervensionistas que tratan de vender soluciones a un grupo de población pueden ser acusados de manipuladores y de establecer las premisas de una cultura alienante, y pueden también ofrecer un dibujo de la realidad y un grupo de valores, a la espera de que la gente perciba su opresión lo cual puede ser igualmente manipulador.

Y, de otra parte, el precio que la gente tiene que pagar por implicarse en un proceso participativo no suele tenerse en cuenta.

Díaz Bordenave entiende la comunicación participativa como una forma de construir la sociedad participativa junto a la educación y la organización económica. Esta comunicación constituye un proceso en que la persona se ve a sí misma como única y al mismo tiempo como miembro de la comunidad.

Ya Michel de Montaigne veía que las palabras crean comunidad cuando afirmaba: “Hombres: por la palabra nos hacemos presentes ante los demás, nos pintamos a nosotros mismos… sin un territorio discursivo común, sin un lenguaje que dé sentido a las cosas, no hay comunidad”.

El contexto, que origina las palabras y los enunciados en este caso, vuelve a ocupar un lugar privilegiado en la comunicación. Es el mismo que interviene en lo que no se puede decir “porque no hay palabras, porque no ha llegado a ello ni el poder ni el pensamiento”.

Segundo, lo que está “formalmente prohibido decir… Lo cual corresponde al territorio de la política en tanto que ordenación explícita de personas y enunciados”. Y, en último lugar, lo que no puede decirse “porque está sometido a una censura virtual implícita colectiva y que podríamos situar en el amplio campo de lo ideológico, es decir, lo que queda excluido por la lógica del sentido común de una comunidad concreta”. Lo que no se puede decir determina la construcción de lo que se dice. Es un factor decisivo en el hecho comunicacional.

Pero ¿por qué vías se produce la comunicación en las sociedades contemporáneas? Guillaume plantea tres categorías pragmáticas que caracterizan la propagación de la palabra: el contagio producido por la comunicación cara a cara y basado en la cercanía espacial y el contacto; la irradiación que conlleva un punto central desde el que se envía o recoge la información y alude a las diversas formas de difusión de la palabra pública como la comunicación mediática en sus modalidades más tradicionales y la conmutación que permite mantener relaciones interactivas y origina contactos cercanos artificiales; y por último la ilusión de una comunicación sin mediación, caso de los nuevos modos de comunicación mediática.

La comunicación que ha manejado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional es un buen ejemplo de la comunicación mediática de la que se habla en éste párrafo.

TEORÍAS ACTUALES SOBRE LA COMUNICACIÓN PARA EL DESARROLLO SOCIOCULTURAL

Las concepciones alternativas del desarrollo en los setenta inciden directamente en los nuevos papeles que la comunicación para el desarrollo asume de los ochenta en adelante.

Con esta nueva etapa aún vigente, se sitúa a la comunicación dentro de los esfuerzos de una sociedad por su desarrollo propio, destacándose el papel  de los medios de comunicación autóctonos en ese proceso.

“Las estrategias de comunicación para el desarrollo se dirigen al verdadero sentido de la comunicación donde el factor participativo recobra más fuerza”. Se tratan de localizar los posibles focos de participación comunitaria, parafraseando a Melkote, mediante la investigación del fenómeno, su operatividad y las posibles coacciones y distorsiones.

La base se encuentra en los foros dialógicos que permiten compartir conocimientos y diseñar estrategias de desarrollo del mensaje participativo, – este tipo de mensaje se relaciona con el discurso que articulan los medios alternativos y la estrategia de comunicación zapatista en general – así como delimitar las nuevas funciones de la comunicación vía medios participativos.

Los planteamientos giran en torno a la comunicación como apoyo para el desarrollo a nivel específico y genérico. Todos estos planteamientos permiten su aplicación a diferentes contextos.

Noemeka plantea una discusión crítica acerca de los fundamentos teóricos y conceptuales de la construcción del componente comunicación en las actividades para el desarrollo y el cambio social. Examina las metodologías y las estrategias que se utilizaron para intentar conseguir la integración de la comunicación en los planes de desarrollo y su ejecución efectiva.

Y distingue como principales, el plano interpersonal y el de los medios de comunicación en el análisis de la comunicación para el desarrollo. La participación es el concepto clave del nuevo paradigma de desarrollo y del nuevo modelo de comunicación para conseguirlo; muestra la relevancia del contenido de la comunicación en los contextos socioculturales específicos,

¿Qué comunicar para el desarrollo? ¿Cómo se accede? En el paradigma dominante, desde el modelo clásico, la finalidad primordial de la comunicación era la persuasión y el “feedback” se consideraba como un mensaje que constataba que la información transmitida se recibiera junto a su plena aceptación.

Únicamente el comunicador desempeña un papel activo al relegar al receptor a la total pasividad. Pero el resurgir de un nuevo concepto de comunicación, pone de relieve el uso que la gente hace de la comunicación o de los mensajes comunicativos. El factor fundamental es la comprensión, y la respuesta de la audiencia es básica.

Según Noemka su importancia radica en la oportunidad que se crea para comprender el punto de vista del receptor y asegurar una influencia co-orientativa.

Los propios comunicadores para el desarrollo consideran que este proceso de comunicación propicia la adquisición de conocimientos y habilidades nuevas que incrementan la confianza del individuo en sí mismo, el control sobre sí mismo y su entorno, la igualdad, la libertad, la habilidad para comprender el potencial y las limitaciones de sí mismo, así como la voluntad para trabajar en la mejora de las condiciones existentes.

El modelo de desarrollo modernizador que gradualmente ha adoptado México al final del siglo XX en sus estructuras culturales para incorporarse al nuevo orden mundial surgido después de la guerra fría, basado mayoritariamente en el supuesto del «mágico poder regulatorio» de la «Mano Invisible» de las fuerzas del mercado para dirigir la participación social[1]; ha comprobado en una década sus enormes limitaciones y las deformaciones humanas que ha producido.

Por ello, después del fracaso de dicho modelo ahora se requiere la búsqueda e implementación de nuevas políticas para lograr la participación de la sociedad a través de otros procesos de comunicación y contribuir, con ello, a resolver las agudas contradicciones culturales de nuestra nación.

En este sentido, es fundamental sustituir, dentro del contexto de la modernidad la idea de crear un «Estado Mínimo» o «Ultra Mínimo» en el área cultural de México a través de la adopción indiscriminada de la política del «laissez faire informativo»; para ahora introducir la concepción estratégica del «Nuevo Estado Básico para la Sobrevivencia Social» sin el cual no podrá construirse un orden civilizatorio superior que mantenga las condiciones elementales de la convivencia en comunidad, especialmente, en la medida en que en el país se manifiestan sociedades de masas cada vez mayores.[2]

Debemos recordar que ya en el siglo XIX las profundas alteraciones que produjo el funcionamiento autónomo del mercado autorregulado en México generaron tantas contradicciones sociales que dieron origen al capitalismo salvaje e hicieron indispensable el surgimiento del Estado Benefactor para corregir dichos antagonismos insostenibles.

Por ello, desde principios del siglo XX se intentó sustituir la lógica de la supremacía del mercado, por otra lógica más sensible y humana de justicia y participación social[3].

Incluso, se constata que las principales naciones que impulsaron el modelo neoliberal del «Estado Mínimo» en los años 80, como fueron los Gobiernos de Ronald Regan en Estados Unidos y de Margaret Thatcher en la Gran Bretaña, a mediados de la década de los 90, fueron corregidos drásticamente por los respectivos Gobiernos de William Clinton en Norteamérica y de John Major en Inglaterra para fortalecer de nuevo al Estado Benefactor y resolver las grandes contradicciones que produjeron la aplicación irrestricta de las leyes del mercado en estos países.

Dicha neo intervención del Estado plantea ajustar el rumbo autónomo del mercado a través de una acción más activa de éste en la gestación de las macro políticas de crecimiento, pero no supone suprimirlo[4].

Es por esto que, ante el nivel límite de evolución en el que se encuentra México como civilización nacional y frente a la creciente realidad de establecer la «Iniciativa del Mercado» en el campo de la cultura y la comunicación colectiva del país, se debe considerar que así como una cantidad de actividades estratégicas para el desarrollo del Estado Mexicano no pueden dejarse en manos del sector mercantil, a riesgo de que desaparezcan, como es el caso de la medicina preventiva, la generación del transporte urbano público, el impulso a la ciencia básica, la producción de infraestructura urbana[5], etc.

Tampoco puede delegarse a éste la construcción de una «Cultura social para la sobrevivencia Nacional». Esto debido, a que aunque, paradójicamente, a largo plazo, la planificación cultural es la inversión económica más rentable que existe en México, a corto plazo, no es lucrativa dentro de los criterios de «ganancia pecuniaria» y de corto plazo que establece la actual concepción neoliberal de la vida.

La comunicación para el desarrollo debe asociarse, en primer lugar, con las naciones en vías de desarrollo, y, en concreto, con el desarrollo rural, pero concierne también a los problemas urbanos y suburbanos, así como a los problemas sociales de las naciones desarrolladas.

Distingue dos papeles generales que cumple la comunicación para el desarrollo. El primero consiste en su contribución al cambio social a favor de una mayor calidad de vida y de la justicia social, y el segundo, el papel socializador que desempeña y con el que se mantienen los valores sociales establecidos que sean acordes con el desarrollo y cambio social.

Es este autor mismo quien sintetiza la definición de comunicación para el desarrollo sociocultural, tal como lo ha planteado y experimentado el zapatismo en los Caracoles, en el mensaje de su discurso político.

No sería meramente el cambio de información para la resolución de problemas, sino que iría más allá al implicar la generación de movilidad física o de empatía, el incremento de las aspiraciones y la voluntad para trabajar en su consecución, la enseñanza de habilidades nuevas, e incentivos para la participación local en las actividades del desarrollo.

Además, la comunicación para el desarrollo cumple una función más amplia que consiste en ayudar a la gente a reestructurar sus esquemas mentales en la interpretación de fenómenos y eventos concretos y para relacionarse con un mundo más amplio y más allá de su medio ambiente inmediato.

A esta definición es crucial añadir que la comunicación para el desarrollo ha de permitir y propiciar que sean los propios individuos receptores los que detecten y propugnen las necesidades y acciones encaminadas al cambio sociocultural.

Tiene que tratarse de una comunicación interactiva que incluye dentro de sí el término participación acuñado en los modelos más actuales y donde el diálogo esté presente. Para la efectividad de esta propuesta, las actividades de comunicación para el desarrollo deben entretejerse con los procesos políticos, económicos y socioculturales.

La tarea de la comunicación para el desarrollo es la de facilitar el crecimiento  y desarrollo de las relaciones humanas. Es el soporte dinámico para los proyectos y actividades del desarrollo. No se puede olvidar que la comunicación filtra la percepción de la realidad.

Como se planteó en las teorías actuales del desarrollo, desde la comunicación resulta perentorio atender primero al crecimiento sociocultural para incidir después en el desarrollo político y la participación ciudadana en estructuras democráticas.

Actualmente, se considera el estudio de la comunicación para el desarrollo desde un modelo estructural, como un proyecto para la sociedad entendida como un todo que permitirá después su aplicación a proyectos concretos o individuales, desde la consideración de que cada sociedad es única en su sentido histórico y desde qué canales potenciar la comunicación como es el caso de los medios de masas.

Parece indiscutible y necesario el papel de la comunicación dentro del proceso complejo del desarrollo desde una perspectiva sociocultural y de manera tanto genérica como específica.

PROPUESTA DE ANÁLISIS DE LA DIMENSIÓN POLÍTICA DE LOS  MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Son abundantes los autores que han puesto de manifiesto la necesidad de que los medios de comunicación sean transparentes, tanto en relación con su propiedad como en sus actuaciones.

Al igual que en la escritura de un texto informativo el periodista debe hacer constar de manera clara cuáles son las fuentes que ha empleado, el ciudadano corriente también tiene la necesidad de saber quién está detrás de la titularidad de los medios de comunicación.

Ahora bien, “saber quién está detrás” (quiénes son los tiburones de la información) no debe limitarse exclusivamente a citar cuáles son los porcentajes del accionariado de las grandes empresas y cuáles son las ideologías de esas personas o grupos que poseen la titularidad de las empresas informativas, conformándose en una “filosofía” organizacional que ayude a mantener el pensamiento sistémico de las “democracias neoliberales”.

Algunos comunicólogos se centran, por tanto, en desentrañar los nombres y las relaciones de los ‘amos de la información’, a la vez que señalan cuáles son sus ideologías. Saber es importante para las audiencias, que tendrán así unas posibles claves de interpretación de determinadas actuaciones informativas y empresariales de los medios de comunicación; y también es trascendental su conocimiento para los estudiantes de la comunicación, pues necesitan hacer análisis de su realidad de estudio y de trabajo en el futuro.

Sin embargo, quedarse en la simple descripción de estas circunstancias no es suficiente. En el ámbito de la comunicación, debemos desarrollar herramientas que nos permitan analizar desde otra perspectiva las actuaciones de los medios para entender por qué se comportaron de tal o cual manera, ya que en ocasiones remitir simplemente a las ideologías es insuficiente.

Por tanto se propone que, junto al conocimiento estructural de los medios de comunicación de un país, se desarrolle una metodología de análisis de las actuaciones de los medios.

De tal manera que los estudiantes – y el público en general – conozcan la estructura de comunicación de su país y a la vez tenga una capacidad de analizar en un determinado momento cómo y por qué los medios de comunicación han realizado su labor informativa de una determinada manera.

Esta necesidad de aunar las dos dimensiones (conocer cuál es la estructura y tener un método de análisis de la labor profesional de los comunicadores públicos) tiene dos puntos de apoyo.

En primer lugar, la propiedad de los medios (y sus consiguientes ideologías) cambian a veces con bastante rapidez (no hay más que analizar el caso español en los últimos quince años), por lo que su conocimiento puede quedar incompleto, si no se combina con otros saberes.

En segundo lugar, la docencia no debe plantearse como una simple transmisión de saberes, sino como un aprendizaje crítico. En palabras de Antonio R. Bartolomé: “Conocer es hoy algo más que ser capaz de reproducir nombres, hechos y conceptos.

Pues día a día crece la distancia entre lo que somos capaces de ‘recordar’ y el volumen total de información. Todo esto nos lleva a una idea: la enseñanza debe cambiar. En este momento hay que fijarse en dos aspectos: la menor importancia que debe darse a la reproducción de conocimientos, y la mayor importancia que debe darse al desarrollo de destrezas en el acceso a la información”.

En este sentido, el profesor universitario debe recordar estas acertadas palabras de Patrick Chevalier: “La psicología cognitiva nos enseña que el conocimiento se construye individualmente mediante la integración de nuevos conceptos a una red preexistente de adquisiciones, y que la información no tiene sentido para un individuo más que si está ‘predispuesto’ a recibirla, es decir, a integrarla en su propia red cognitiva”.[6]

Estructura y análisis de los medios

Hasta ahora, se ha señalado que lo habitual en cuanto a la estructura de los medios es: indicar cuáles son las personas y las ideas que están detrás, determinar el grado de concentración, cómo influye la legislación en un sentido u otro y, casi se podría decirse, cuál es su historia reciente.

Los estudios pueden centrarse en un medio, en una región, en un país, en niveles continentales, o en internacionales. Puede ser más o menos crítico con la situación o simplemente descriptivo. Y puede englobar la estructura dentro de una teoría de la comunicación o mantenerse al margen de concepciones generales sobre la comunicación.

Junto a estos datos necesarios es imprescindible desarrollar un método de análisis de los productos informativos para que la opinión pública pueda aplicarlo y conocer críticamente por sí mismo parte de esos modos de proceder de los medios de comunicación.

Esta propuesta de herramienta de análisis de la dimensión política de un medio de comunicación no pretende ser una receta o un programa informático según el cual una vez introducidos unos datos se obtiene siempre el mismo resultado. Esto no puede ser nunca así.

Como nos recuerda Montaigne: “Un lector preparado descubre a menudo en los escritos de los demás percepciones diferentes de aquella que el autor ha puesto en ellos y atribuye a dichos escritos sentidos y usos más completos”.

Este esquema quiere ser simplemente la guía de los puntos pertinentes en que puede fijarse una persona para inferir de él las actuaciones del medio de comunicación.

“Las actuaciones no públicas del periódico difícilmente pueden conocerse de manera global y con exactitud por quienes no forman parte de su centro de decisiones, su élite de poder. Los propios redactores conocen en principio tan sólo aquellas actuaciones que ellos mismos realizan. El periódico –que exige transparencia informativa en los demás actores-, oculta gran parte de sus actuaciones no públicas en nombre del secreto empresarial, de la protección debida a las fuentes confidenciales, del anonimato garantizado a quien no firma lo que publica, del supuesto interés del lector (que estaría menos y peor informado – se dice – si el periódico no pudiera mantener en el secreto a ciertas fuentes).

“No obstante, las actuaciones no públicas del periódico pueden conocerse por inferencia, de manera parcial y tentativa, a partir de sus actuaciones públicas. Puesto que el discurso público del periódico es el resultado final de un proceso de producción organizado y realizado por este actor colectivo, resulta posible discernir en él ciertos rastros más o menos reveladores de ese proceso de producción que sirvan de base para un conocimiento aproximativo por inferencia”.

El método de análisis, aunque tenga un esquema, debe ser lo más abierto posible y esto se consigue gracias a las preguntas que podemos hacernos siguiendo la pauta planteada, en cierta similitud con el método socrático – platónico.

Por tanto, la persona que quiera conocer cómo son las actuaciones políticas de los medios de comunicación no debe regirse sólo por un conocimiento de esa estructura clásica de la empresa, sino adentrarse a través de preguntas al propio texto en las características de esa dimensión política que han alcanzado los medios de comunicación en tan poco tiempo.

Se trata de intentar inferir qué relación hay entre los objetivos transitorios y los permanentes y establecer si ha existido o no contradicción con la actuación informativa.

El estudio de todo aquello que habla del propio medio de comunicación, que marca un deber ser de la empresa es importante, puesto que puede mostrar las contradicciones que se pueden dar entre los deseos y las actuaciones y dejar al descubierto un comportamiento político interesante para el analista.

En este sentido se encuentran actas de constitución, estatutos de redacción, libros de estilo, actas de consejos de administración y de juntas generales de accionistas, etc.


[1] En el TLC el mercado fijará precios a los básicos, Excélsior, 27 de marzo de 1992; ¿De qué sirve la democracia si pervive el mercantilismo en América Latina?, Excélsior, 3 de junio de 1992; Está en duda que el mercado solucionará mágicamente los problemas económicos, El Financiero, 26 de noviembre de 1993.

[2] La lógica del mercado, El Financiero, 4 de agosto de 1992; Regula la existencia de la sociedad, Excélsior, 31 de mayo de 1992; Base del Estado corporativo, Excélsior, 2 de junio de 1992; Intervencionismo del Estado. Orígenes y modalidades del Estado, Excélsior, 3 de junio de 1992; Izquierda y totalitarismo. Orígenes y modalidades del Estado, Excélsior, 4 de junio de 1992; La teoría del Estado. Orígenes y modalidades del Estado, Excélsior, 5 de junio de 1992.

[3] El retiro del Estado impone retos capitales al neoliberalismo, Excélsior, 28 de septiembre de 1993; El cambio debe ser garantía de justicia, Excélsior, 28 de septiembre de 1993; La nueva cara del regulador económico, Excélsior, 28 de septiembre de 1993; Peligro el capitalismo salvaje, Excélsior, 2 de noviembre de 1993.

[4] Sí al neoestatismo para guiar y no remplazar al mercado, Excélsior, 13 de abril de 1992; Corrige J. Major a M. Thatcher y fortalece al Estado Benefactor, Excélsior, 15 de julio de 1992; Profundo rechazo en Wall Street a Clinton. Temor a un incremento de tasas de interés e inflación, El Financiero, 13 de noviembre de 1992; El Neointervencionismo Estatal, El Financiero, 23 de noviembre de 1992; Clinton: ¿ Un nuevo Liberalismo Social?, El Financiero, 24 de noviembre de 1992; Clinton. intervencionista astuto si concilia Estado y mercado, Excélsior, 26 de noviembre de 1992.

[5] Las fuerzas del mercado solas no resuelven problemas: MCS, Excélsior, 20 de mayo de 1992; La disputa entre liberalismo y nacionalismo amenaza a la paz mundial, Excélsior, 2 de diciembre de 1992.

[6] Chevalier, Patrick (1991): “Ventajas pedagógicas de la enseñanza a través del multimedia”, en La formation multimedia, Apprendere et former autrement, Actes. Collection IDATE, Synapse 91.

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