Una catarsis social, cuasi al borde de la efervescencia, que se consolida como una rebelión electoral; en la que el pueblo mexicano sacó de la Presidencia de México a un régimen ya obsoleto e inoperante.
Todo el planteamiento en base al cual nace morena como movimiento, con un planteamiento y esencia social a la altura de las exigencias no solamente de un proceso democrático local en México, sino una vez consolidada la toma del poder por la vía pacífica electora, México está llamado a jugar un papel preponderante en ese proceso regional de Latinoamérica.
De todos los casos consolidados y en proceso de consolidarse en la región, cabe destacar el caso de Bolivia, con toda la iconografía que histórica y antropológicamente que implica que su gobernante sea un referente en la lucha de la causa indígena en su país, sino por la especial visión que ha mostrado en su buen gobierno, las medidas sociales y económicas que ha tomado para sanear e impulsar la economía, y otros temas como la seguridad y asistencia social.
Con una serie de medidas que han guarecido, del enfoque rapaz, del modelo neoliberal a su planta productiva local. Y así en distintos ámbitos podemos mencionar el caso de Venezuela, que no por estar cercado mediáticamente y con una campaña propagandística negra en contra; a no dudarlo como proceso social y político, más allá de los mitos generados por EEUU.
Ha sido y es un caso loable de consolidación de ideales progresistas, democráticos, de justicia y libertad.
Son estos dos casos los inspiradores en un proceso similar ya tardío en México, que de esperaba pudiera suceder hace al menos dos décadas. Que es el tiempo que la ultra derecha mexicana tenía comprando votos y haciendo todo tipo de artimañas para manipular los resultados electorales.
Con la liberación de Lula en Brasil, y el triunfo de la izquierda en Argentina. La justa rebelión popular en Chile reivindicando a la izquierda también. En medio de casos intervenidos y cooptados como el de Colombia y otros que aún no terminan de definirse.
Y ahí es donde incluso en un momento dado podría quedar México, si a estas alturas del camino, tanto el tejido social, como el instrumento que deme ser el partido, o mejor dicho que el partido sea la representación electoral de un verdadero movimiento consolidado como inició operando morena, ahora visto como una simple vía para acceder el poder, re convencionalizando los preceptos e ideales por los que se ha fundado.
Esto significa que en un proceso creciente de cooptación de la derecha fascista en México, con el apoyo de símiles grupos facciosos de otros países de la región.
En México la ultra derecha busca desestabilizar a la Cuarta Transformación y al Gobierno de México, con más argumentos pre construidos que de base, con su inconfundible estilo de la difamación y el manejo de noticias falsas, con el respaldo de los medios masivos al servicio de la contra revolución social en este país.
En medio de todo este proceso, es cuando más cohesión y unidad requiere morena para responder a las demandas de participación ciudadana y democracia. Un momento en el que México está llamado a ser punta de lanza para unificar todas las luchas de izquierda a nivel continental.
Lo cierto es que para ello requiere primero de consolidarse como tal. Esto necesita un esfuerzo de su militancia y su organización de base para sacarlo de la lógica del espectro político electoral para verdaderamente responder al proceso revolucionario en América Latina, en un momento en el que Cuba padece aún los estragos de un bloqueo ya añejo.
Un momento crucial en el que la derecha continuará con sus viejas prácticas golpistas y reaccionarias, y para sortearlo se requiere la conformación de cuadros de base cuya conformación comenzó exitosamente el partido y en este momento lejos de mostrar la tendencia de un perfil de liderazgo colectivo que despunte todo el potencial de un partido que sin duda puede llegar a tener matices verdaderamente contundentes, mucho más allá de solamente los resultados electorales.
Además, su propio fortalecimiento está en función de la capacidad organizativa y de movilización que muestre para fortalecer y respaldar a la Cuarta Transformación y viceversa, no para mostrar músculo como convencionalmente se puede llegar a manejar en los partidos políticos en México, sino para que en base a la reconstrucción del tejido social, se consolide la reivindicación de las demandas populares más apremiantes en la región, y en México desde luego.