En muchos aspectos de las coyunturas internacionales y locales de Estados Unidos se agotan las ideologías, los afiches constitucionales, las armas de conciliación, el lenguaje de la democracia y el Estado moderno y pujante, las resoluciones jurídicas y los consensos legislativos. El sano entorno de las cámaras norteamericanas a veces se torna inexistente.
Siempre ha sido pero hoy es más recurrente la presencia del sello agresivo, de combate, de referencia y homenaje al dolor, al sufrimiento, que muchas de las actividades policiacas y militares de Estados Unidos causan en todo el planeta.
Escuchar a Donald Trump amenazar con colocar elementos de la Guardia Nacional en la frontera con México para evitar el paso de la caravana migrante, y luego pensar en la posibilidad de que al citado ligar lleguen militares de élite en términos de fuerza de combate pues ya no parece sorpresivo, es parte de la genética violenta y sanguinaria del músculo diplomático estadounidense.
¿Estados Unidos se aproxima al fascismo?, quizás sí, quizás no. Está claro que Donald Trump es producto (sea mediático o democráticamente impuesto por el pueblo norteamericano) de las elecciones (por ende de los principios democráticos más elementales).
Sin embargo, la recurrencia del actual presidente estadounidense al consenso de la milicia, al aumento de sus presupuestos, a la disposición de sus fuerzas en todo el mundo (rasgo de continuidad de la política bélica), al tono xenófobo de sus declaraciones políticas y sus ejecuciones (con las amenazas militares de por medio; el tema de la caravana migrante por citar un ejemplo), la secrecía estadounidense en el manejo de lo referente a la energía nuclear, entre otros aspectos, pues es posible pensarlo.
No es un descrédito intelectual ni una exageración ofensiva pensar en tintesfachos en Estados Unidos.
Muchas personalidades de la intelectualidad y de los nudos académicos del planeta entero desconocen por falta de argumentos y herramientas geopolíticas, así como por ausencia de voluntad en la capacidad de análisis, que los norteamericanos crecen progresivamente la calidad depredadora de sus armamentos, que los siguen manteniendo en secrecía, que muchas de las pruebas militares de experimentación se siguen haciendo clandestinamente, a las espaldas del pueblo estadounidense, y que además existe una guerra armamentista (sin intervenciones sin ataques) con Rusia en la actualidad.
¿Qué planean las grandes élites del mundo?, saque usted sus propias conclusiones. Lo que está claro es que un proyecto norteamericano, a pesar de la pérdida creciente de dominio global, se cocina hacia el futuro.
Los estadounidenses asumen el reto de su control y sus nuevas rivalidades con China y con Rusia de forma seria, y parte del esquema táctico para hacer frente a dicha condición es la mejora continua de los patrones de calidad de todo el cuerpo militar, bélico y armamentístico posible.