Dinámica de frentes gubernamentales en Estados Unidos

Por Víctor Del Real Muñoz

En muchos espacios periodísticos y académicos de la última era, incluyendo el de Gato Económico de la revista semanal digital de Reversos, se ha manifestado como línea de análisis que detrás del gobierno estadounidense se esconde una caracterización militar permanente como recurso “supuestamente eficiente” en materia diplomática, factor ligeramente desapercibo para los ojos del ciudadano estadounidense promedio.

A partir de Trump regresó el Estado norteamericano más reaccionario, represivo, derechoso y altamente nacionalista-regulacionista de lo normal. Viejos ponderadores de la historia reaccionaria estadounidense vuelven a presentarse en el concierto global.

Pareciera que Estados Unidos tiene un gobierno dictatorial, fascistoide, reaccionario y por momentos con un liderazgo comandado por altos rangos militares.

Esto último desde luego sí sucede en la forma, mas no en el fondo, pues no se puede hablar de un gobierno militar contundente, empezando porque Trump no proviene propiamente de la milicia.

Sin embargo, una de las caracterizaciones que describe la trayectoria reciente del gobierno norteamericano es la de los objetivos bélicos, y dentro de la anterior la de retomar las convicciones expansionistas, que entre otras cosas no se adecuen a la penetración china y rusa al comando del nuevo orden mundial en esta era post globalista financierista internacionalista.

De aquí podemos sacar una que otra conclusión. Lo seguro es que, en efecto, si ha cambiado el itinerario diplomático norteamericano los últimos meses.

Está claro que la campaña electoral con miras al 2020 ha comenzado en Estados Unidos, y dentro del Partido Republicano empiezan a moverse las piezas con miras a elegir el perfil de quien será el candidato para dicho año, independientemente de que todo apunte a la continuidad y liderazgo de Donald Trump.

Es el rumbo internacional, la derrota progresiva del neoliberalismo financierista internacionalista y el ascenso del Neonacionalismo con matices laxos o fascistoides (particularmente en Europa y Estados Unidos), más la fragilidad exterior del mismo Estados Unidos comparado con China y Rusia, que entre otras cosas demandan que el proceso electoral estadounidense de camino a la continuidad de Donald Trump.

No me cansaré de reiterar que la correlación de fuerzas económicas tanto en Estados Unidos como en el mundo se transforma de forma altamente progresiva en esta era. El mercado mundial será un ponderador cabal de estos cambios trascendentales.

Dentro del alto gabinete estadounidense hay rivalidades y disputas. Por un lado la definición altamente militarista y bélica, por ende sanguinaria, de tipos como John Bolton y Mike Pence, ni más ni menos que Consejero de Seguridad de Estados Unidos y Vicepresidente estadounidense respectivamente.

Desde otra trinchera una versión más descafeinada de una convicción expansionista, pero no por ello carente de determinación ni menos sanguinaria que la otra vertiente, definida por el mismo Donald Trump y Mike Pompeo.

Ambas líneas definitorias del programa político republicano son definidas por el folclore altamente nacionalista, fundacional, tradicional del programa histórico del Estado norteamericano, altamente regulacionista en materia económica y en pro de caracterizar desde una visión conservadora y profundamente capitalista una visión más apegada al bienestar económico, la generación de riqueza real, la alta producción industrial y dinámica comercial internas, así como las altas regulaciones al capital financiero.

No tiene opciones en estos momentos el proyecto globalista financierista neoliberal en Estados Unidos. Ya no son los tiempos de esa vertiente del gran capital; el mundo y la misma lógica voraz del capitalismo norteamericano precisan de otro paradigma alternativo a la misma lógica de este sistema de acumulación.

¿Será que las disputas geopolíticas como la de Venezuela responden a las convicciones de recuperar el dominio económico estadounidense en América Latina, pero desde una versión Neonacionalista?

¿Cómo adecuar la rivalidad comercial entre una China que yace dentro de un paradigma regulacionista mezclado con libre mercado, a uno estadounidense que pretende ser mayoritariamente regulacionista y de fronteras parcialmente cerradas?

¿Cómo pretende Estados Unidos desbancar a China de su rol conferido como “El taller del mundo”?

Estas interrogantes definirán el rumbo del nuevo orden internacional donde Europa, África, América Latina, Asia, y en un nivel de dominancia China, Rusia y Estados Unidos, definirán el rumbo del nuevo orden mundial.

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