Un orwelliano súper Ministerio de Educación, formación de afectividades e información, domina el conocimiento y el pensamiento cotidianos, los sentimientos, las actitudes, las modas, las predisposiciones y la integración de identidad de la humanidad desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Las líneas fundamentales de su estructura las determinó Goebbels en la Alemania de los años treinta, cuando aún no existía la televisión, pero una vez puesto en acción superó cualquier expectativa de los estadistas y los creadores de instituciones totales que alguna vez soñaran algo semejante.
La escolarización básica e intermedia, aunque no ha sido eliminada y a veces llega a extenderse, ha perdido buena parte del sentido que le adjudicaron sus inventores liberales y positivistas; el manejo de la lectura y las cuatro operaciones aritméticas sólo sigue enseñándose para permitir un acceso más completo y eficaz al instrumento básico de la formación de identidades y sujetos, una recepción hogareña más eficiente de los servicios de esta vivaz institución pública concesionada a compañías particulares.
Los ámbitos de la historiografía y de la interpretación de los procesos sociales, que otrora fueron imprescindibles para quienes idean y ponen en marcha el comando de los sistemas de organización social e intercambio, se han reducido a su mínima inexpresión: con el propósito de que no exista más historia humana, se han vuelto suficientes un solo esquema y una sola dimensión para editar la explicación total de la realidad humana en su conjunto. Esto es posible gracias a la simple edición audiovisual de cualquier información de hechos difundida hora a hora en franjas determinadas al día.
El sitio de la reflexión humanística va siendo ocupado exitosamente por la exaltación de las técnicas, particularmente de las electrónicas. No sólo para la producción, el comercio y el acceso a las llamadas autopistas informativas planetarias, sino también para llenar los espacios lúdicos, los de esa forma de enajenación a la que se denomina entretenimiento.
De ésta manera, poco puede sorprender que el subcomandante Marcos del EZLN declare (La Jornada, 12 de agosto de 1995:4) que “la principal aplicación que da en las montañas del sureste mexicano a su ordenadora portátil 386 es el juego”.
Con Internet y los multimedia, las vías del intercambio se han transformado por completo; en adelante, el acercamiento a los medios debe integrar el examen y los efectos culturales (sociales y políticos) de esta entrada solitaria a la aldea global: al franquearla, el individuo solitario puede hincar un fabuloso viaje por el mundo y entrar en contacto con personas e instituciones de todas las latitudes, en silencio y sin levantarse de su silla ni despegar la mirada del monitor de su ordenadora, en el cual un recuadro puede integrar las transmisiones recibidas en sus antenas mientras sus audífonos le traen los sonidos de su elección.
Pero aun así, en la prensa es posible decir lo que se quiera. ¿Por qué? De unos cincuenta millones de ciudadanos, apenas el 2% adquiere diariamente un periódico, y en su mayoría se concentra en las publicaciones o las secciones deportivas y de espectáculos, en la nota roja, en los titulares sensacionalistas y en las ilustraciones pornográficas.
Además, los lectores a quienes casi todos los diarios se dirigen en primer lugar, son los funcionarios de niveles elevados, los jefes del partido prácticamente único, los legisladores y los gobernantes con facultades para decidir.
La letra impresa en los diarios y revistas de información y opinión alcanza a una ciudadanía poco numerosa y es parte del juego de influencias y de negociación no necesariamente honesta entre quienes detentan potestades materiales simbólicas de diversas categorías.
La radio es un espacio desigual, parecido en parte al de la prensa y en parte al de los libros. En México nació con el poder gubernamental y pronto se extendió a la inversión privada. En su momento contribuyó a la expansión de las verdades oficiales, tanto en forma de emisiones informativas como en cadenas nacionales, papel que tiene aún asignado aunque lo cumple con menor intensidad que en otros tiempos.
Casi inmediatamente después de su introducción en México, la radio fue copada por las concesiones. Para satisfacer los intereses y los pactos de los empresarios con el Gobierno, mezcló magistralmente la orientación política y afectiva con la más intensa comercialización de toda clase de mercancías; para ello inventó una rigurosa gramática publicitaria dirigida especialmente a las amas de casa.
La radio contribuyó con gran eficacia a la educación sentimental de los mexicanos y, especialmente, de las mexicanas, a través de sus series dramáticas. Las canciones románticas y, sobre todo las sexistas, penetraron en la cotidianidad de los mexicanos gracias a las emisoras radiofónicas.
La niñez también asimiló su influencia mediante relatos y canciones imprescindibles en las casas a horas predeterminadas. Además la industria discográfica, antes de la diseminación masiva de gramófonos y tocacintas, dependió casi totalmente del radio.
Hablando de la TV, en el caso de México, el principal medio mexicano queda totalmente fuera de los horizontes de la democracia. Sólo recientemente se ha iniciado una crítica fundamentada y rigurosa de este mass media, sustentada en autoridad moral incuestionable y con perspectivas de éxito.
Sin embargo esta crítica apenas abarca otros ámbitos que no sean los de la información política y el tiempo asignado a los actores de los procesos electorales en los espacios noticiosos y de comentarios.
La investigación de estas áreas está casi limitada a la inequidad, que por cierto la televisión comparte de maneras diversas con la prensa y el radio (como lo demuestran respecto de los diarios los informes preparados durante las elecciones presidenciales de 1994 por la Fundación Arturo Rosenblueth y por la Academia Mexicana de Derechos Humanos para Alianza Cívica, y publicados durante todo ese año y después, principalmente en La Jornada).
INEQUIDAD Y DEMOCRACIA: REALIDAD EN LOS MEDIOS ELECTRÓNICOS
La comunicación, en la crisis de Chiapas, recién manifestado públicamente el EZLN estuvo caracterizada por improvisaciones, voluntarismos, protagonismos y subjetividades que implicaron que los rumores a veces fueran presentados como noticia y que las opiniones sustituyeran a las informaciones. De eso se ocupa este apartado. Con el ánimo crítico, de constituir un planteamiento con respecto a la reforma de los medios de comunicación en México.
El segundo día del año, la XEOCH de Ocosingo, Chiapas, transmitía la que parece haber sido la única declaración de guerra que el Ejército Mexicano haya recibido en este siglo (más allá de numerosas confrontaciones de hecho) y que, por añadidura, se difundía electrónicamente.
La radioemisora, propiedad del Gobierno del Estado, había sido tomada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y de esa manera, se reiteraba un manejo estratégico de medios por parte de los Insurgentes.
Un par de días más tarde, un individuo que se dijo enviado del EZLN entregó un comunicado en la redacción del famoso diario Le Monde, en París, la capital francesa. Poco después, cuando indicaron a qué medios de información invitaban especialmente para cubrir las conversaciones de paz que se realizarían a fines de febrero, los dirigentes neozapatistas reiteraron su postura de interlocución, una importante oportunidad que el EZLN ha tenido a bien aprovechar objetivamente, al incluir entre ellos a empresas estadounidenses y europeas.
Había una vocación del EZLN, con habilidades específicas, para librar la guerra de Chiapas de manera pacífica por la vía política y del diálogo. Es cierto que en ello jugó un importante papel la sociedad civil mexicana al exigir a ambas partes no continuar por la vía armada, a través de los medios de comunicación. El martes 11 de enero a las 6 de la mañana José Gutiérrez Vivó, el experimentado conductor y director de Monitor, de Radio Red, expresaba su sorpresa al relatar: «Anoche nos llegó un comunicado, vía fax, del EZLN. Los señores de este ejército están bastante organizados en materia de comunicación».
El Gobierno mexicano está sentado en una mesa de negociaciones con un grupo de indígenas descendientes de los mayas, para buscar no sólo la paz en Chiapas sino la reconciliación en un país dividido social y políticamente.
Sin duda las conversaciones en la Catedral tenían una importancia fundamental, pero era discutible que fueran a servir para reunificar a la nación que, por lo demás, no podía asegurarse que estuviera escindida por la rebelión chiapaneca.
Además, de la misma forma que se reconocía la ascendencia maya de buena parte de los miembros de la dirección del EZLN, en otras partes del país había descendientes de los aztecas, como ocurre con otro enorme segmento de la población mexicana.
La reivindicación es a nivel nacional, pero no propio para la emancipación de las etnias mexicanas, sino partiendo de estas la reivindicación se hacía válida para indígenas y “no indígenas”; no obstante esta definición no posee connotación racial alguna sino más bien una coyuntura social que gira en torno a la identidad cultural de México[1].
Fueron sus textos, más que su imagen, lo que le ganó a Marcos una presencia ideológica intensa entre algunos sectores de la población mexicana. Las fotografías y los videos del subcomandante Insurgente fueron la carta de presentación, la imagen dura, capaz de inquietar a sectores significativos de la población. Los comunicados que, en gran abundancia, dirige a varios diarios, proporcionan a esa imagen inicial los matices pertinentes para volverla cercana a diversos sectores.
A diferencia de otros líderes de grupos armados en el mundo (por ejemplo el IRA irlandés, o las guerrillas centroamericanas) que aparecen como drásticos y hasta bruscos, Marcos llega a ser un interlocutor mediático.
La imagen y los textos del subcomandante insurgente Marcos han despertado interés, controversias, animadversiones, adhesiones, descalificaciones e ilusiones de lo más variadas. Su presencia en el imaginario colectivo como le dicen los especialistas en cultura popular, tiene numerosas aristas.
En sus comunicados y las comparecencias mediáticas del subcomandante Marcos, no dejan de llamar la atención dos vertientes en los mensajes del EZLN.
Por un lado se encuentran las demandas, la calidad de vida y muchos factores más pero sobre todo el reconocimiento a sus derechos y autodeterminación como ciudadanos mexicanos sin tener que renunciar a su cosmogonía y tradición estarían constituyendo las bases del movimiento social generado a partir de un planteamiento revolucionario que converge en una serie de planteamientos y acciones políticas teniendo como su principal estrategia la comunicación política, la misma que ha superado el cerco mediático del Gobierno mexicano. Por otro, se encuentra el portavoz del Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, grupo dirigente, de tal suerte que puede ser identificado como algo más que vocero.
De la misma forma, hay dos imágenes que serán recuperadas según los afanes de cada uno de sus destinatarios. La clase media en busca de un referente emancipador con respecto a las gestiones del gobierno institucional permanente que ha padecido México y hasta la fecha aún evidente con elGobierno de transición de Vicente Fox Quesada, preferirá el pasamontañas como símbolo de una demanda popular legítima de carácter nacional.
El uso de los medios como instrumento político se inicia en el país desde que hace su aparición la prensa cotidiana y se acrecienta con el desarrollo de las tecnologías electrónicas.
Sin embargo, sólo recientemente los medios se han constituido en arenas de lucha política directa. Han sido, gracias al funcionamiento monopólico que los conforma, herramienta del Gobierno y de los grandes grupos empresariales para imponer a la mayoría las orientaciones necesarias a la perpetuación del poder en su estructura actual.
Otras teorías aseguran que los medios establecen la agenda de discusión (agenda setting). Señalan que los medios no pueden dictar cómo pensar, en qué términos hacerlo, pero sí sobre qué pensar. Es decir, fijan los temas de discusión social y los elementos que les dan sentido. A partir de ello pueden o no generarse controversias, consensos, posturas, tomas de partido.
En este proceso, lo oculto, lo que no se dice o se calla tiene importancia crucial ya que de su silenciamiento se pasa al olvido, marginalidad y aplastamiento. Dentro de esta corriente los más radicales afirman, incluso, que los medios crean “la realidad” en la cual nos movemos socialmente.
El Estado
Por lo que respecta a su relación con el Estado, los medios de comunicación electrónicos han desarrollado, desde que surgieron en el espectro mexicano, un estrecho vínculo con los gobiernos en turno.
La relación se expresa, por una parte, de manera abiertamente política: por ejemplo los directivos de Televisa se han declarado soldados del PRI y “priistas convencidos”, al margen de que han sido simultáneamente altos funcionarios del Gobierno. El caso más destacado es el de Miguel Alemán, quien, al lado de Azcárraga y O’Farril, dio el mayor impulso a la televisión privada en el país y ayudó a crear Televisa.
Por otra parte, las sucesivas administraciones públicas han favorecido económicamente al consorcio Televisa por medio del otorgamiento de concesiones, recientemente se les cedieron 62 con el pago mínimo establecido por la Ley, mientras que un año antes Televisión Azteca con 169 concesiones, fue vendida al grupo Salinas Pliego por 620 millones de dólares.
Asimismo son financiadas de manera indirecta con la compra de espacios publicitarios. Según informe de la agencia Nielsen, el PRI se colocó en el primer semestre de 1994 entre los anunciantes más importantes de México con una erogación aproximada de 118 675 900 nuevos pesos, de los cuales 96 149 990 correspondieron a la pantalla chica; alrededor de 32.6 millones de dólares.
Para comprender mejor lo que esto significa en términos económicos, hay que señalar que entre los grandes anunciantes están Nissan con 95 779 540 y Chrysler con 85 820 720, en gasto publicitario en televisión.
La televisión descrita se agrava frente a la carencia de una televisión nacional de servicio público. Las dos manejadas por el Estado, Canal 11 y Canal 22, no son nacionales pues logran radiar su señal sólo al Valle de México. Las que pertenecen a los gobiernos de los estados están igualmente ligadas al poder y son televisiones regionales.
Los funcionarios que las dirigen deciden, sin consultar más que a sus superiores, cuál es la programación que deberá conformar al canal. La sociedad civil, los productores independientes y otras compañías privadas carecen de espacio para difundir sus mensajes. Asimismo las concesiones y los permisos son otorgados de manera unilateral por el Poder Ejecutivo, concretamente las Secretarías de Gobernación y de Comunicaciones y Transportes.
Medios y democracia
Los sistemas políticos convocan a la ciudadanía al ejercicio de la democracia al mismo tiempo que la crisis y las estrategias de reestructuración expulsan a la mayoría de esa misma ciudadanía de niveles básicos de bienestar social. El conflicto no podía ser mayor, ya que en la memoria colectiva de los marginados, la democracia resulta estrechamente ligada a la eficacia de la política para generar reformas sociales de carácter inclusivo.
Reducida la democracia a lo estrictamente político, lo social quedó, por definición al margen de la agenda, o fue reducido a la condición de un aditamento no esencial. Más aún, el desfase entre una y otra dimensión de la ciudadanía es acompañado y, de hecho, favorece una degradación de la dimensión estrictamente cívica.
En este desfase, los medios juegan un papel central: dejar fuera de la agenda la discusión pública de lo público, reducir la idea de democracia a lo electoral y volver a cerrar los espacios en cuanto termina el proceso formal, tal como aconteció en 1994.
La democracia pasa entonces por la fractura del monopolio, la redistribución de este y por un control social y legal diferente al actual. El otorgamiento de las concesiones debe seguir otros criterios distintos a los vigentes: favorecer a toda costa la concentración, excluir a toda costa a la sociedad civil y a la oposición.
También se hace necesario cambiar de manos dicho otorgamiento, pasar del Ejecutivo, con la discrecionalidad con que hasta ahora se maneja, al Poder Legislativo, para que surja un control mayor del funcionamiento de los medios.
Es necesario, además, aplicar la ley antimonopolios, regular el uso de las nuevas opciones de comunicación debidas a las tecnologías de punta, reafirmar el control de la nación sobre sus recursos para poner un alto a los acuerdos con compañías internacionales que amenazan, si se continúa así, con apropiarse de y explotar un recurso que corresponde, según lo define la Constitución mexicana, a todos los mexicanos.
Lamentablemente, en 1994, el monopolio informativo se consolidó en México pese a los intentos de la sociedad civil por fracturarlo. Y en el mismo sentido, el monopolio político del PRI se aseguró otros seis años con una Cámara de Diputados constituida por 300 diputados del PRI, 120 del PAN, 70 del PRD y diez del PT.
Con una composición similar en la Cámara de Senadores, un presidente priista y un partido de Estado que se opone, a contracorriente de la historia, a dejar paso a la democracia en el país, así sea a la limitada democracia electoral.
Pensar en la relación entre comunicación y democracia, conduce necesariamente a considerar lo más recientemente escrito sobre el tema en nuestro país, donde al parecer hay dos fascinaciones que han surgido y se han desarrollado una junto a la otra: la fascinación por contabilizar los espacios otorgados en los medios a los diferentes partidos políticos, lo cual se ha constituido, en gran medida, en la prueba de la falta de democracia en los mismos. Ambas han desembocado en la misma salida: la sobre simplificación de los procesos hacia la democracia y el reduccionismo de la misma.
Los medios y su cultura antidemocrática
La democracia de la vida cotidiana a la que se hace referencia, va mucho más allá del ámbito de lo meramente político – electoral; es una democracia que remite fundamentalmente a un estilo de vida, a una forma de relacionarnos con los demás, es un asunto de tolerancia frente a la diversidad de ideologías, intereses, conductas, opciones, géneros, etnias o generaciones.
Es decir, se trata de una cultura que debe estar arraigada en el comportamiento cotidiano de cada uno, y que debe producirse, reproducirse y aprenderse a través de todas y cada una de las instituciones sociales que intervienen en la reproducción de la sociedad, llámense familia, escuela, Estado, partidos políticos, y medios masivos de comunicación, por mencionar sólo algunas de las instancias más importantes.
Existe una gran inequidad en cuanto al tiempo destinado a la propaganda de uno u otro partido político en el proceso electoral. Asimismo resurgieron las discusiones sobre el derecho a la información, la libertad de expresión y la necesidad de legislar sobre los medios, entre otros temas.
Estos esfuerzos sin duda loables, si bien proporcionan elementos que, de alguna manera contribuyen a entender las relaciones entre la comunicación y la democracia en una coyuntura electoral específica, dejan de lado una cuestión fundamental: los medios de difusión colectiva no sólo son antidemocráticos porque den preferencia a un partido frente a otros, a unas voces frente a otras; lo son principalmente porque desde su surgimiento se han encargado de producir y reproducir una cultura antidemocrática de la vida cotidiana.
Algunas condiciones estructurales de los medios en América Latina que obstaculizan en pro de la democracia son las siguientes:
1. Marcados desequilibrios regionales que se traducen en la concentración geográfica de los “servicios” de comunicación social, favoreciendo a las áreas de mayor desarrollo económico y social, en detrimento de las zonas más marginadas.
2. Tendencias oligopólicas – y aún monopólicas – en la propiedad de los medios que, aunque varían de un medio a otro y de región, están presentes en el desarrollo de todo el sector.
3. Subordinación excesiva a ciertos intereses comerciales que desvirtúan el sentido de “interés público” con el que supuestamente deben operar los medios informativos.
4. Falta absoluta de representación de grupos sociales de diversa índole en los procesos de decisión, producción y difusión de mensajes.
5. Carencia de un marco de políticas y normas legales que garanticen el funcionamiento plural, equilibrado y constructivo de los medios de difusión.
La cultura antidemocrática de los medios de comunicación es conducida, fundamentalmente, a través de los contenidos de los mensajes que se transmiten y que tiene, por supuesto, sus raíces en nuestra sociedad de la desigualdad y en su cultura del dominio.
Es importante recordar que los medios de difusión colectivos no son únicamente instrumentos tecnológicos que permiten mandar información; esencialmente son propagadores de sentidos, de visiones del mundo, de modelos de comportamiento, de aspiraciones sociales, de recursos de vida socialmente configurados, de formas de ser y de estar en la sociedad.
Los medios de comunicación no son sino un reflejo de nuestras experiencias inmediatas, de ahí la identificación de los públicos con ciertos personajes y cierto tipo de géneros; de ahí la credibilidad que se les concede.
Los noticiarios son, a todas luces, instrumentos obvios de manipulación informativa; pero es aún más alarmante la inmensa cantidad de mensajes de entretenimiento de todo tipo, que refuerzan, modelan y vuelven a reforzar nuestra antidemocrática cultura.
Quien domina decide por el otro y está en posesión de la verdad, la razón y el saber: tienen la capacidad de nombrar el mundo y definirlos: asignarle un sentido, historia e identidad. La combinación sofisticada de estas cualidades permite a quien domina enjuiciar al otro, sancionarle, premiarle y castigarle.
Entonces, ¿por qué es antidemocrática la cultura de los medios de comunicación? Porque a través de sus discursos:
1. Se constituye en uno de los pilares fundamentales sobre los que se sustenta la permanencia de una sociedad desigual e injusta
2. Refuerza la cultura patriarcal judeo – cristiana que permite la opresión, la discriminación, la intransigencia y la violencia.
3. Modela maneras de ser y de estar en la sociedad que niegan toda posibilidad de desarrollo autónomo y pleno de miles de hombres y mujeres.
4. Ubica a cada uno en el rol social que le corresponde según los valores e intereses de la misma sociedad, haciendo implícitos los premios y los castigos para quien cumple o transgrede dichos roles; hoy día tenemos un nuevo proletariado urbano: el desinformado, el incomunicado.
La pregunta por la democratización de los medios va a la par con el proceso hacia la democratización de la sociedad y la cultura, y dicha democratización no debe restringirse al campo de lo político. Volvamos los ojos a la vida cotidiana en donde queda patente, a veces de la manera más dramática, la cultura antidemocrática, que hemos adquirido e interiorizado de las más diversas instituciones sociales, entre ellas los medios masivos de difusión.
¿Cómo se puede hablar de la democracia política cuando en el seno de las familias se siguen reproduciendo patrones que mantienen la opresión?, ¿Cómo, si las relaciones de pareja siguen sustentándose en socializaciones de género que los hacen no sólo desiguales sino aún enemigos?
¿Cómo, cuándo se domina y se falta al respeto a los niños, cuando se olvidan a los ancianos, cuando se devalúa y discrimina a los que son, piensan y sienten diferente de cómo lo hacen los demás?. Por supuesto, es mucho más fácil ser democrático frente a las urnas, que en la propia cotidianidad.
Si se pretende una sociedad y unos medios democráticos, se debe enfrentar el reto de desaprender la cultura antidemocrática que se ha adquirido, no sólo a través de los medios de comunicación.
Existe la posibilidad de integrar la democracia como producto cultural de la cosmogonía indígena. No es un concepto que definen de modo abstracto sino algo que conviven de manera cotidiana, es decir, la participación que los individuos como sujetos sociales tienen dentro de su forma de organización social.
La definición de ese carácter cultural de esta importante aportación no se plantea como una cuestión folclórica, sino más bien como un planteamiento respaldado por una tradición democrática por antonomasia dentro de los esquemas de organización social y política propios de la idiosincrasia indígena.
La democracia, no es un impulso vital del ser humano. La democracia es uno de los productos culturales más sofisticados de la humanidad. Pero como todo elemento cultural tiene que aprenderse, inculcarse, cultivarse.[2]
UNA ALTERNATIVA ANTE EL OLOGOPOLIO RADIOFÓNICO
Se piensa que los barrios, las colonias y las pequeñas comunidades de las ciudades pueden influir de manera significativa en la toma de decisiones políticas si cuentan con medios de comunicación propios. Están seguros que estos medios de comunicación de baja potencia pueden reestablecer nuevamente las formas de comunicación perdidas, las más directas, las que realzan la parte más importante de las relaciones humanas; las más intensas enfatizan, las que van más allá de la mercadotecnia o de las grandes formas mercantilistas, que son las que han debilitado, en gran medida, ese tipo de relaciones.
En el caso de las emisoras de radio mexicanas, tal vez reflejan la situación que se vive en los medios de comunicación del país; lo más importante que se debe mencionar abiertamente es el hecho de que los locutores y “líderes de opinión” ofrecen la valoración de la empresa, que a su vez coincide de manera tendente con la estimación del Gobierno de turno, la misma que no difería de un mandato a otro en los gobiernos impuestos por la dictadura partidista instaurada por el PRI durante más de 70 años.
Pero tampoco es la excepción el supuesto “nuevo régimen” de Vicente Fox, ya que el esquema y concesiones dados a los medios de comunicación son prácticamente los mismos, incluso con la tendencia abiertamente aceptada de Vicente Fox como “católico guadalupano”.
Al parecer la situación es peor, ya que la empresa Televisa ha aprovechado este factor para explotar la fe de la gente en pro del sistema político que de manera pactada ahora ha instaurado Fox en colaboración con la cúpula de viejos políticos del PRI.
Movimientos radiofónicos democráticos
A partir de 1994, dada la movilización civil de la sociedad mexicana en busca de una apertura de los medios masivos de comunicación para que llevaran a cabo una verdadera apertura con el fin de lograr una mayor participación ciudadana que cristalizara en una verdadera democracia tanto de los medios como del pueblo mexicano; y ante la negativa de los medios de cara a esta petición, la sociedad civil decidió ya no pedir la apertura en los medios sino instalar los propios, aun sin contar con el permiso requerido.
Quienes no tienen acceso a medios electrónicos propios se encuentran en total indefensión, todo esto a pesar de quebrantar el espíritu constitucional que proclama que la libertad de expresión es para todos los mexicanos.
Y fue así como se inicia un movimiento que busca por todos los caminos, concretar el inicio de un verdadero fin del monopolio sobre la base de romper la hegemonía en el cuadrante de la radio. Hicieron aparecer una señal independiente, una señal antimonopólica, antioligopólica.
A raíz del nacimiento de TeleVerdad, su esquema ha sido ampliar su señal; es decir, trasladar la lucha por la democratización de los medios no a la calle, no a las manifestaciones, sino al cuadrante de la radio.
El oligopolio radiofónico no existe únicamente por razones económicas, sino fundamentalmente para el control político. De hecho éste ha sido uno de los elementos más importantes del presidencialismo y representa uno de sus grandes excesos.
En realidad el papel de los medios de comunicación es un gran complemento del régimen de partido de Estado y luchar contra ese aspecto antidemocrático es, de alguna manera, lo más difícil de esta pelea. Es parte de la lucha por la democratización que la sociedad exige.
Dentro de los planteamientos estratégicos de este proyecto se considera que por las altas posibilidades de desarrollo que tiene el mismo, iniciando una proliferación de estaciones piratas, fundamentalmente en la banda de frecuencia modulada, es posible el trastocamiento de toda la estructura de los medios electrónicos de comunicación.
Una vez que se cuente con una buena cantidad de aparatos transmisores, indican, darán a conocer una propuesta a grupos comunicadores, periodistas, organizaciones del movimiento para organizar una programación de gran contenido.
En la programación, para ellos es obvio, deben estar contenidas incluidas las preocupaciones concretas de las propias comunidades.