Por Víctor Manuel del Real Muñoz
Equivocado fue el diagnóstico de quienes pensaban que el futuro proyecto de nación de AMLO con la consecuente y próxima cuarta transformación de la vida pública de México iba a ser de corte socialista, o vinculado al que para un servidor se erige como un fallido “modelo socialista” bolivariano de siglo XXI en Venezuela. Está claro que no seremos Venezuela del Norte.
AMLO es un tipo práctico, pragmático, de origen priista del viejo emblema nacionalista revolucionario, sin las insanas costumbres del común presidencialismo ni de las convicciones corruptas propias del degenerado Estado mexicano, en todo caso fuera de toda esa perversidad; AMLO tiene un diagnóstico claro de las necesidades de México; conoce nuestro país a profundidad como nadie más, pero es consciente de la correlación de fuerzas económicas que la nación tiene y que establecerán un ring eterno entre el Estado y las grandes aspas del Gran Capital, sobre todo en función al diseño y la dinámica misma de las políticas a aplicar. Detalle absolutamente importante.
A modo de crítica sana AMLO debiera replantearse algunos aspectos de la propuesta de austeridad republicana y del fuero, que en términos personales reivindica un exhorto claro a la despolitización nacional, a reserva de debatir de forma más completa, y hacer ahora el compromiso personal de poner en la arena del debate este tema y discutirlo en nuestro espacio dentro del periódico digital de Reversos.
Me voy más a fondo, el plano geopolítico de México. Y es que es ese mismo detalle del diagnóstico de la correlación de las fuerzas la que también define la agenda y las relaciones con Estados Unidos, en todos los ámbitos, y a las cuales por lo que podríamos llamar una desgracia histórica y una frontera geográfica ha significado para el devenir nacional una consecuente y eterna rendición de cuentas diplomáticas hacia nuestro vecino del norte. Nos guste o no, y no sé si correspondiendo a un posible realismo latinoamericano.
En materia de régimen político está claro que desde la firma de los tratados de Bucarelli la injerencia interna del Departamento de Estado norteamericano en los rumbos que la política gubernamental nacional debe seguir adopta una primera línea, trascendental, permanentemente presente en el itinerario a seguir para los funcionarios mexicanos. Habrá cosas que AMLO y su gabinete podrán seguir haciendo con libre albedrío, léase libres del acoso estadounidense.
En materia económica, financiera, sumado a la proporción de nuestras relaciones comerciales, por más guiños que hagamos con China, aunada la dinámica de las balanzas de cuenta capital y de pagos, está claro que el horizonte que debe seguir México es el de las huellas de la funcionalidad económica que va definiendo el mapa estadounidense, sin dejar de considerar el tener cierta independencia en cosas de mucha localía estructural.
Está claro además que para las políticas xenófobas terribles y reprobables en materia migratoria de Donald Trump, más el rumbo del compás económico estadounidense, la recomposición del músculo social mexicano y la recuperación de su vitalidad estructural también le convienen al vecino norteño de ahora. ¿Hay más causas para entender los elogios de Trump a AMLO en días recientes?, usted júzguelo.
Nunca sobrará decir que la parte medular de la estructura social mexicana no depende en gran medida del itinerario latinoamericano o del europeo, va de la mano en su mayor parte, y hay que decirlo a la sombra en muchos casos, de los nuevos perfiles estadounidenses.
Dicho lo anterior explíquense muchas de las iniciativas de obra civil con miras a dinamizar el comercio exterior de las mercaderías que desde los astilleros nacionales partirán a los Puertos de gran calado más importantes de Estados Unidos, de China, del resto de Asia y de Europa, a sabiendas de que las rutas comerciales de nuestras futuras redes ferroviarias y carreteras son planeadas por los especialistas más avanzados en vínculo con los asesores técnicos estadounidenses más finos que diagnostican con precisión el mayor margen de utilidad desde los corredores industriales y comerciales de Estados Unidos.
¿Será tiempo de revisar la consistencia técnica del histórico Plan McLane-Ocampo?, saquemos cada quien las conclusiones más adecuadas.
Intrascendentes, inconsistentes y hasta reaccionarias se vuelven los señalamientos, enjuiciamientos y calumnias al actual periodo de transición en México que el verdadero mecías pero de las altas montañas de Chiapas “Galeano, Marcos, Rafael o como le digan” ha venido haciendo al respecto.
A veces creo que esos movimientos nacionales que navegan con una supuesta bandera de “radicalidad”, de lucha “revolucionaria e ideológica”, de “combate antisistema eterno y permanente”, no hacen sino jugarle de forma sucia pero bastante tentadora y suculenta el fino partido a los verdaderos agentes nocivos para el desarrollo nacional.