Chofer, maquillaje… y a La Cruz

Por Juan Omar Fierro

Antes de recibir su primer golpe, ya estaba ensangrentado y con la túnica rasgada.

El Cristo de las Lomas inició su Vía Crucis en una calle semidesierta de Polanco, a bordo de una camioneta Durango azul plateada que llegó a la puerta de su casa minutos antes.

Acompañado por su esposa Angélica y su cuñada Estela, Archie Lanfranco presenta escoriaciones falsas “con sangre de botecito” que le escurre por la espalda y el rostro.

Su maquillista en esta ocasión fue Julio Gática, un arquitecto del despacho Cantón y Asociados que más tarde se pondrá su propia túnica para representar a Pedro.

Su amigo y chofer por un día, Esteban Vinze no lo llevará al Monte Calvario, sino a Montes Himalayas y Sierra Nevada, en el corazón de la colonia Lomas de Chapultepec.

Frente a la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús ya lo esperan los demás actores de la representación de La Pasión de Cristo, así como unas cuántas familias de la zona, muchas de las cuáles asisten por vez primera a un acto de esta naturaleza.

El motivo, señala María del Carmen Sordo, “es que siempre me iba de vacaciones en Semana Santa, desgraciadamente siempre me iba con mis papás a Cuernavaca o algo así”.

En las calles adornadas y vigiladas por una docena de policías, los centuriones romanos y fariseos preparan sus gritos y fuetes de vinil, que arde pero no abre la carne, contra el Cristo de Las Lomas.

El palacio que habita Poncio Pilatos, no es una simple escenografía de cartón, sino una verdadera mansión de tres pisos con columnas y glifos que durante algunos minutos bien pueden pasar por la arquitectura del Antiguo Imperio. Prestado al Comité Organizador, cuando concluya la representación, volverá a estar deshabitado.

Repudiados por Jesús de Nazareth en los días previos a su crucifixión, los mercaderes que se le aparecen a Archie Lanfranco no se instalan afuera del templo: son agentes de bienes raíces que venden palacios completos en las calles de Las Lomas.

Cada caída del Hijo de Dios es aprovechada por los organizadores de La Pasión para recordarles a los cerca de mil asistentes que El Nazareno murió luchando contra la injusticia, la pobreza y el olvido.

Por eso la intervención de Judas, es aún más dolorosa que la crucifixión de Jesús para algunos de ellos. “Actualmente hay muchos Judas que se han refugiado en el dinero, pero todos deben escoger entre servir a Dios o seguir acumulando monedas de oro”.

Una vez en su cruz, la espalda de Archie Lanfranco ha ganado en dolor y perdido en maquillaje, no así los rostros de sus espectadores: algunos fieles se muestran afligidos, pero la mayoría comentan entre sí “que todo salió muy bonito y muy realista, porque a Cristo si le pegan de verdad”.

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