Por Redacción Reversos
La izquierda en México ha jugado un papel relevante en los esfuerzos por garantizar transparencia en los procesos electorales, romper con el régimen de partido único y apoyar las luchas sociales y laborales, pero también en la conquista de derechos individuales y colectivos, incluidas las demandas de género, ecologistas y culturales, afirmó el doctor Carlos Illades Aguiar.
El docente del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) ha dedicado gran parte de su labor de investigación al análisis de la historia y los movimientos sociales de los siglos XIX y XX, aportando “amplias, valiosas y prolijas” contribuciones, de acuerdo con especialistas, a temas relacionados con el desarrollo de la izquierda mexicana.
Entrevistado a propósito de su nombramiento como Profesor Distinguido –la mayor distinción que otorga la Casa abierta al tiempo a su personal académico– consideró que el centenario del Partido Comunista de México, que se cumple este 2019, da la oportunidad de revisar la evolución de esa corriente política e ideológica del país, donde no hubo una sola facción comunista y la enarbolada por el PCM fue la más numerosa y de más largo recorrido.
De aquel comunismo, “lo que nos queda a algunos es la expectativa de construir un mundo mejor”, además de que sedimentó una cultura de la cual todavía hay rasgos, por ejemplo, fue el primer partido político –formado incluso antes de los ancestros del Partido Revolucionario Institucional (PRI)– y aunque no sumó muchos afiliados desempeñó un papel destacado en la década de 1920, con la conformación de las primeras centrales sindicales y los avances del movimiento agrario y de la cultura, fundida en parte con la emanada de la Revolución Mexicana.
Todos estos aspectos están muy presentes incluso en las imágenes del mural del Palacio de Bellas Artes El hombre controlador del universo, de Diego Rivera, en el que aparecen Carlos Marx, Vladimir Ilich Lenin y León Trotsky, entre otros comunistas.
A lo largo de su historia, la izquierda mexicana ha tenido un rol fundamental, “sin duda, en la democratización del país” entendida, no sólo por la necesidad de alcanzar procesos electorales transparentes, sino para descorporativizar los sindicatos, romper con el régimen de partido único, apoyar las luchas salariales y laborales, e incluso por la conquista de derechos básicos que no existían formalmente, como los de las mujeres o en favor del medio ambiente, los cuales “empezaron en la cultura de izquierda mexicana”, en particular la socialista.
El miembro de número de la Academia Mexicana de Historia explicó que en México hay una izquierda socialista, otra socialcristiana y una más de carácter nacionalista, aunque “ahora nos gobierna una mezcla entre la nacionalista y la socialcristiana”, que deja la socialista en un segundo término, sin embargo, en su conjunto esta corriente ha aportado a la democratización y la reivindicación de las garantías individuales y colectivos.
El régimen es “genéricamente de izquierda”, porque la preocupación que identifica a esta tendencia, en particular, la socialista, es la cuestión social y “pienso que su objetivo es eliminar la desigualdad, que a mi juicio es el problema cardinal del país”, no obstante, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostiene posiciones “de una izquierda conservadora, en el aspecto privado y moral, lo cual es una novedad y en esto radica una explicación de su triunfo”, pues en su movimiento confluyeron quienes demandaban disminuir la inequidad y un segmento conservador, sobre todo del Bajío y el norte, por lo que “es conservadora, pero al fin y al cabo, izquierda”.
El autor del libro El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México, publicado en 2018, sostuvo que la administración federal ha entrado a un entorno difícil, expresado en la relación con Estados Unidos, el reflujo de las izquierdas en América Latina y el empleo de “viejos métodos y proyectos, no muy a la altura de las circunstancias”.
Las naciones de la región con gobiernos de izquierda: Brasil, con Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, y Bolivia, con Evo Morales, son un ejemplo para México, porque en aquéllas se rebelaron las nuevas clases medias que crecieron en esa etapa, pero “una cosa que no hicieron fue reformar al régimen”, como aconteció en Brasil, algo que López Obrador tampoco ha hecho y “todavía no tenemos una Cuarta Transformación, por tanto, puede ser una muy buena alarma para reflexionar”, de cara a 2024.
El investigador, quien publicará en enero de 2020 el libro Vuelta a la izquierda –en el que hace un balance del primer año de gestión de López Obrador– se declaró honrado por el reconocimiento conferido por la UAM –en la sesión de Colegio Académico del 31 de octubre de 2018– después de 25 años de trabajo, tanto en la Unidad Iztapalapa, donde fue jefe del Departamento de Filosofía, como en la Unidad Cuajimalpa, donde fue director fundador de la División de Ciencias Sociales y Humanidades.
“En la UAM he desarrollado gran parte de mi vida profesional”, dedicada sobre todo al análisis histórico, porque “a mí esta disciplina me ha gustado desde niño y siempre fue una de las materias en las que desde la secundaria me fue muy bien”, compartió.