Foto: Eréndira Negrete
Todo empezó a la edad de 19 años, cuando tuve mi primera relación amorosa, la cual me marcó significativamente porque fui víctima de la violencia física, el chantaje, los celos posesivos y todas esas cosas que hacen una relación tóxica.
Ya sea porque no tenía la experiencia o la sensibilidad que tengo de estos temas hoy día, permití que pasara. Lamentablemente, en este país, mi experiencia no es única. Y quiero escribir este pequeño texto para que si te identificas con alguna de estas relaciones… te des cuenta, amiga.
Hay algunas que son pequeñas y divertidas anécdotas, otras en las que por necia me expuse y algunas en donde se revelan los peores comportamientos de un macho mexicano.
1. Los mejores amigos
Seguramente no he sido la única que ha salido con alguien que tiene expectativas que no se pueden cumplir. Ergo, no estaba interesada, pero me caía bien el tipo. Encima no es como que tuviera muchas opciones, puesto que acababa de llegar a la Ciudad de México.
Un día fui a una posada con él, en la cual conocí a varios de sus amigos, entre ellos uno en particular a quien terminé agregando a Facebook… ahí empezaron los reclamos.
“¿PoRkE lo agReGaZ si BaZ KoNmiGo?”, “ZhoLaMeNte Te lo DiGo pOr tU ViEn, xQ ezH uN MuJeRiEgO”, “PeRo VuEnO, Tu ia ZzAvRaS” Y ese tipo de comentarios de “mi ego está herido, por favor no me dejes de poner atención”.
Obviamente empezó una competencia entre estos dos grandes compadres, en donde yo era un premio, no una persona, y aunque obviamente ninguno de los dos tenía oportunidad, no les evitaba estarme invitando a salir todo el tiempo. Pero no querían que el otro se enterara y, si se enteraba, yo terminaba siendo culpable y recibía todas las quejas.
Esto siguió por alrededor de cinco o seis meses. Después de eso, ellos insistían en no seguir adelante con sus vidas, así que los mandé al diablo a los dos. Pero cuando por fin se dieron cuenta de que las cosas no iban a funcionar, ambos me propusieron, en distintas instancias y de manera muy desvergonzada, ir a coger sin compromisos. Obviamente dije que no, porque yo siempre me sentí como si fuera un medio para que ellos pudieran comprobar su hombría y nada más.
2. El triunfo de la necedad
¿Quién no ha hecho estupideces de las que después se arrepiente, sobre todo estando con algunas (muchas) copas encima? (Y más aún cuando pierden los Patriotas elSuper Bowl).
Si estás empedando duro con tus amigos, quédate con ellos. No insistas en irte de antro con un pendejo cualquiera que conociste en Tinder, porque más seguro, sí que no, cuando vea que estás hasta la madre de borracha, lo único que va a pensar es “¡A huevo! Ya no tengo que presumirle mis 67 mil pesos de ropa, nada más me la voy a coger”.
Y para aquellos que no entendieron mi referencia, la siguiente vez que supe de este personaje se hizo Trending Topic en Twitter como uno de esos #Lord.
Podría culpar a los Patriotas por hacerme cumplir mi promesa de beber mucho si perdían o a mis amigos porque no me insistieron lo suficiente en que no me fuera, o me encerraran en un baño hasta que se me pasara. Pero la verdad es que yo me expuse al subirme al coche con un extraño, sobre todo en ese estado. Afortunadamente sólo era un patán y un idiota, pero no estamos en un país en el que te puedas dar ese lujo, así que la culpa es mía.
3. Machichaquetas mentales
Con este vato yo no salí, ni le di pie, pero peor aún, él nunca me dijo lo que sentía porque, si lo hubiera hecho todo el drama que siguió, se pudo haber evitado.
Esta persona era alguien en quien yo confiaba como un –y no puedo dejar de hacer énfasis en esto– AMIGO.
Yo necesitaba encontrar un depa, pero en esta ciudad, obtener un metro cuadrado de espacio te cuesta un riñón. Entonces, cuando él se ofreció a salirse de su casa para que consiguiéramos un lugar juntos, y no me saliera tan cara la renta, yo dije “¡A huevo, qué buen pedo!”
Lo que no me dijo es que estaba enamorado de mí y se había hecho la fantasía de que cuando viviéramos juntos yo sería suya y tal vez podríamos rentar el otro cuarto porque dormiríamos juntos. Abrazaditos y yo le susurraría dulcemente al oído “te amo”. (Vomité un poco en mí boca al escribir esto).
Obviamente todo esto no existía más allá de los confines de su imaginación y cuando se dio cuenta de que nunca iba a pasar, su actitud cambió radicalmente.
Empezó a portarse agresivo, celoso, me cuestionaba cuando salía con otras personas, revisaba mi celular cuando chateaba con alguien más, e incluso llegó a afectar a otras amistades que teníamos en común.
A pesar de que yo sabía que no le debía nada, el departamento estaba a su nombre y para una sola persona si era una fuerte cantidad de dinero, por lo tanto yo no me quería salir para no cargarle eso y porque encontrar otro lugar es complicado. De verdad yo intenté solucionar las cosas, pero nunca mejoró.
Unos meses después, tras una pelea por una cucaracha muerta me corrió, y como el departamento estaba a su nombre, yo no tuve mucha opción. Pongo lo absurda de la pelea, para que se entienda a qué grado estaba la relación. Una amistad que empezó con confianza, se arruinó por una machichaqueta mental y comportamientos tóxicos.
4. Tinder para gente con depresión
Amigo, si tienes depresión y en la vida te está llevando la chingada, no busques apoyo emocional en un sitio de citas, porque de ser cierto, las mujeres no somos basurero emocional de nadie, y si no es cierto, qué patética y abusiva forma de ligar, porque en el caso de que una chica caiga por empatía su relación va a estar definida por el hecho de que siempre estás triste.
Para mí fue un tipo que se llamaba Gilbert, al cual no le tuve paciencia y no se la tendría a nadie si tratara de aproximarse a mí de esa forma, y más si no lo conozco. De verdad busca ayuda psicológica profesional, no gente en Tinder para causar lástima y tener sexo.
5. El Chico Tiburón
Amiga, si está guapo y te lo quieres dar, pero cada que habla dice una turbo pendejada, entonces dátelo lo más pronto posible antes de que deje más secas tus lady parts que el desierto del Sahara.
No dejes que hable, no dice nada interesante y sus intentos para impresionarte son entre lo ridículo y lo patético. Nada más dátelo y ya.
Para ejemplificar esto tenemos al “chico tiburón”, un hombre muy guapo, pero mono neuronal, que en la peda me contaba la historia, con la cual yo caería rendida a sus pies.
Mientras me conquistaba me mostraba orgullosamente un collar con un supuesto colmillo de tiburón, el cual había obtenido como premio en Acapulco cuando el imponente pez atacaba a un amigo suyo y él, valiente e intrépidamente, salió a socorrerlo. Logró vencer a la bestia y, como memento a su valor, se colgó el diente en el cuello. Un símbolo de eterno orgullo.
A su vez, una gran pero inventada anécdota para ligar. Un amigo que estaba en proximidad no dejaba de reír al escuchar tan épica pero falsa historia, y hasta el día de hoy recordamos al Chico Tiburón, el eterno domador de los mares de Acapulco.
6. Chico Tiburón 2.0
Pasó poco tiempo antes de que nos encontráramos a otro monumental chorero en una fiesta de Halloween, el cual solamente fue amable conmigo y quien me acompañaba para poder ligar.
Hasta ahí no hay ningún problema. Estuvimos platicando un rato con sus amigos, luego llegaron más de los míos pero él insistía en estar cerca de mí. Inclusive cuando su bola partió a nuevas praderas, él decidió quedarse a hacer su luchita.
Acababa de pasar el terremoto de septiembre del 2017 y él no podía dejar de hacer énfasis en que era arquitecto y nos contó la historia de cuando fue a ayudar a personas damnificadas en la pobreza.
Él, heroicamente, arriesgaba su vida para ver el estado de sus casas y lloraba, y sufría, y maldecía este mundo tan cruel. En ese momento me llega un mensaje de mi amigo con quien había llegado:“WEEEEEEEEEEEE, es como el Chico Tiburón 2.0”.
Sin embargo, cuando abiertamente le hice saber que no estaba interesada a pesar de sus constantes insistencias, él me habló bastante golpeado y estoy segura de que si no me reclamó o hizo un pleito no fue por el hecho de que yo fuera una desconocida y no le tendría que dar explicaciones, sino porque estaba rodeada de amigos varones que le iban a poner una putiza.
Es triste que no sepan limitarse o saber cuándo te están intimidando, y fue la amenaza de una confrontación física lo único que le puso un alto.
Estas son algunas de las experiencias que he tenido. Algunas han sido chistosas. Las más violentas me las he reservado. Tal vez en otra instancia de “Amiga, date cuenta”las comparta. Dependerá de si tengo ganas, de cómo se reciba… no lo sé.
Pero sé que no soy la única con éste tipo de historias. Mi intención no es realmente quemarlos, sino que otras mujeres se den cuenta de que el problema es muy grande y de que si están metidas en una relación así, o conocen a alguien como los ya descritos, pidan ayuda. Dense cuenta.