1919. Kropotkin vaticina a Lenin la burocratización de la Revolución

Por ltfabolicionismodelaculturarepresiva.com

Lenin apreciaba mucho la obra de Pedro Alexeyevich Kropotkin sobre la Revolución Francesa, diciendo que había que “reeditarla con una gran tirada y distribuirla gratuitamente y en todas las bibliotecas de nuestro país”.

En una conversación con Bonch Bruevich, Lenin expresó el deseo de conocer personalmente a Kropotkin.

A fines de abril de 1919, Bonch Bruevich invitó a Kropotkin a aprovechar un próximo viaje a Moscú para entrevistarse con Lenin porque “él le manda un saludo y estaría muy satisfecho de verlo”.

El encuentro tuvo lugar entre el 8 y el 10 de mayo en el departamento del secretario del Kremlin. La charla empezó por la objeción de Kropotkin a la postura de Lenin contra las cooperativas.

Y éste contestó que no era cierto, que estaba contra las “cooperativas donde se esconden los kulaks [pequeños propietarios], los grandes propietarios, los emboscados y en general el capital privado. Sólo queremos desenmascarar las falsas cooperativas y permitir a amplios sectores entrar en las cooperativas auténticas”.

“No voy a polemizar sobre esto –respondió Kropotkin– y, por supuesto, donde las hay, hay que combatir con todas las fuerzas la mentira y las mistificaciones. No necesitamos enchufados, debemos despiadadamente desenmascarar cada mentira. En Dmitrov [donde residía] veo que muchas veces persiguen a cooperadores, que no tiene ninguna relación con la gente a la que usted aludió. La razón es que las autoridades locales, quizá revolucionarias antes, como todas las otras autoridades, se han burocratizado, se han convertido en funcionarios, que se aprovechan del todo de la gente que le es inferior. Piensan que toda la población está a su servicio. [Es la base de la nueva clase y de la usurpación del poder de los soviets libres.]”

“Estamos en contra de los funcionarios siempre y por todas partes –dijo Vladimir Ilich– estamos contra los burócratas y la burocratización, y este modo antiguo debemos arrancarlo de cuajo, si se anida en nuestro nuevo régimen. [Fue inseparable del marxismo leninismo hasta el colapso de la URSS en 1991…]

Nuestra falta de cultura, nuestro analfabetismo, nuestro retraso, desde luego, dan muestra de su presencia [Para derrocar de hecho al zarismo y crear soviets libres los trabajadores mostraron tesoros de inteligencia a solas y sin el Partido] pero nadie puede acusarnos como Partido, como poder estatal, de cometer errores en el marco de este poder, más aún, en la Rusia profunda, en las partes alejadas del centro”. [Dmitrov está a unos 80 kilómetros de Moscú y como se ve a continuación Lenin fue incapaz de intervenir.]

Luego Kropotkin siguió hablando del cooperativismo con ejemplos de cooperativas de estibadores ingleses, de cooperativas españolas, del empuje del movimiento sindical francés.

“No se contuvo Lenin. Es totalmente negativo por no tener ninguna preocupación por la parte política de la vida y es claramente desmoralizador para las masas trabajadoras de cara a las luchas inmediatas.” [Lo uno no quita lo otro, excepto si se cree que los trabajadores son globalmente tontos y necesitan un Comité Central para pensar.]

“Pero el movimiento sindical reúne a millones de operarios. Esto es en sí un factor enorme, dijo con emoción Pedro Alexeyevich. Con el cooperativismo, el sindicalismo representa un gran paso adelante”.

“Todo esto es muy bonito, –lo interrumpió Vladimir Ilich–. Desde luego, el movimiento cooperativo es importante, pero como el sindical es negativo. ¿En el fondo qué es? ¿Acaso puede traer algo nuevo? ¿Acaso cree usted que el mundo capitalista va a ceder su lugar al movimiento cooperativo? Se esfuerza por todos los medios y todas las medidas en mantenerlo en sus manos. [1917 es en parte una creación espontánea por la influencia sindical ya fuerte en 1905…] Discúlpeme, pero todo esto son pamplinas. Todo es pequeñez. Hace falta la acción directa de las masas [cuando lo determine el Partido], y mientras no la haya, no sirve de nada hablar de federalismo, de comunismo y de revolución social. Son juegos de niños, chácharas, que no tienen ninguna base real, ni fuerzas; ni medios, que casi no nos acerca a ninguno de nuestros objetivos socialistas. [Exageraciones infantiles, Lenin había remachado sus ideas decenas de años pese a la limitada implantación del Partido en Rusia.]”

Todo eso lo dijo poniéndose de pie, añadiendo: “Sólo las masas, no necesitamos la lucha y los atentados de individualidades, y hace mucho tiempo que los anarquistas lo tienen que entender. Sólo en las masas, por las masas y con ellas. Todos los otros medios, incluso de los anarquistas, la historia los mandó a los archivos. No nos sirven, no valen en ninguna parte, a nadie les interesa y sólo atraen a los que se pierden en los caminos viejos, sin salidas”. [El derrumbe de la URSS es un ejemplo típico de la historia que manda lo inservible al arrastre.] Lenin se disculpó explicando que los bolcheviques no pueden hablar con sosiego de estos problemas.

Kropotkin habría dicho que si los camaradas comunistas así lo piensan y “no se dejan embriagar por el poder y se sienten vacunados contra la servidumbre del Estado, pueden realizar muchas cosas. La revolución se encuentra entonces efectivamente entre manos llenas de esperanzas”. [Una pizca de humor británico, que Kropotkin adquirió en Londres, me parece.]

Propuso Lenin que se editara La Gran Revolución Francesa. Kropotkin dijo que no quería que se hiciese en ediciones estatales. Lenin dijo que en cooperativas. Kropotkin aprobó siempre que fuera un precio barato, Lenin terminó diciendo “esperémoslo”. [Al final se hizo en 1979, o sea 60 años más tarde ¡!] Y así terminó la charla y se fue Kropotkin.

Lenin comentó de esta manera el encuentro: “¡Cómo envejeció! –me dijo Vladimir Ilich– está viviendo en un país, con el hervor revolucionario de punta a punta, y es incapaz de hablar de otra cosa que del cooperativismo [o sea la capacidad creadora de los trabajadores]. Tal es la pobreza de las ideas anarquistas y de todos los otros reformadores y teóricos burgueses [amalgama habitual en Lenin desde 1918 con “Las tareas inmediatas de los soviets”], que en el momento de la creación de las masas, de la revolución, nunca pueden dar un plan correcto, una indicación útil [para un explotador de la clase obrera], qué hacer y cómo avanzar. Si se lo escucha sólo un minuto –y de haber mañana [la amenaza] de un poder absoluto, todos nosotros, y él también, vamos a hablar bajo los faroles–, sólo porque se dice anarquista. Pero qué bien escribió, qué libros excelentes, que manera sensible y joven sintió por el pasado y ahora nada. Es verdad que es muy anciano, y hay que cuidarlo, ayudarlo en todo […]”

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