Nuestra sonrisita chilanga de imbéciles tras el sismo que no fue

Por Rivelino Rueda   Otra vez con la sonrisita de idiotas. De esas que pone uno para dar la impresión de que se está tranquilo, de que todo está bajo control.  La alarma sísmica nos desnuda a los capitalinos, nos paraliza, nos recuerda lo frágiles que somos.  Pero la realidad es que, por alguna extraña razón, a muchos chilangos los músculos de la cara se nos contraen de tal forma desde el primer zumbido cataclísmico que, la histeria disimulada, el colapso del sistema nervioso, derivan en un gesto estúpido parecido a la…